CON ‘E’ ESCRITA A MANO ALZADA

El erotismo ya tenía un rostro, pero el mito pasa por todas las manos posibles. Sinónimo indiscutido de cine XXX, lo divertido y lo elegante conviven en “Emmanuelle». Sofisticada y sexy, se convirtió en una gema de culto del porno soft francés, bebiendo de referencias pasadas e influyendo, a su vez, a generaciones futuras. Dirigida por Just Jaeckin, a su estreno bate todos los récords de asistencia al cine y se convierte en la primera película con clasificación ´rated +18´ estrenada por Paramount, a pesar de que una serie de escenas hardcore rodadas fueran descartadas del metraje final. Así y todo, su nivel explícito hace ver a la saga de “50 Sombras de Grey” como un producto extremadamente cursi y pueril.

Basada en la notoria novela homónima de Emmanuelle Arsan (su nombre real es Maryat Rollet-Andriane), una estridente fotografía añade movimiento a un color saturado que parece sacado del interior de Penthouse o Playboy. La lencería victoriana nos excita, a trasluz las cortinas dejan ver más transparencias. Allí está ella, joven, bella y virginal, expulsada hacia el centro de una vorágine erótica. El placer sabe solo como comportarse. Hay un destello de inocencia en la mirada de Emmanuelle que nos provoca. ¿Podremos mantenernos quietos? Su cuerpo es fotogénica vulnerabilidad y nos atrapa a mirar. El film establece situaciones de seducción que, por su carácter prohibido, nos convierten en expertos voyeur.

La esbelta Sylvia Kristel (prematuramente fallecida a la edad se sesenta años) se eterniza como Emmanuelle, y su vulnerabilidad la predispone a la incesante aventura amatoria. Ella es fogosidad a flor de piel, y sabe bien como lamer con suavidad el sudor de la frente de su pretendiente. Podría cumplir cualquiera de tus fantasías. No importa el género, sexual o fílmico. La película ofrece una indiscreta mirada sobre el amor libre, la promiscuidad y el sexo como un medio emancipatorio de autodescubrimiento. Pronto, se convertiría en una franquicia que se extendería por las siguientes dos décadas, a través de una decena de sexuales, de las cuales no todas se consideran oficiales.

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