
“TODO VILLANO SE DEBE SORPRENDER DE LO QUE ES CAPAZ DE HACER”
Alberto Ajaka, ganador de un Premio Martín Fierro por “Guapas” y un Premio ACE por “Ala de Criados”, dice que no enseña actuación, pero en la segunda parte de nuestra extensa charla nos brinda una bienvenida masterclass, regalando preciados tips para componer algunas de las escenas que quedarán en la historia grande de nuestro cine. El talentoso intérprete elige la enésima máscara y se camufla en la piel de un asesino para infundirnos auténtico terror.
Cualquiera puede actuar, acota, pero saber del asunto es, claramente, otra cosa. ¿Cuáles son los mecanismos y recursos a la hora de colocarse bajo los designios de una mente perversa y distorsionada, sabiendo que no es la propia naturaleza? ¿Cómo lo hace de forma tan brillante? Para algo pone el cuerpo, agrega. Es lo que sabe hacer y lo entrega, sin medidas.
Dueño de una integridad y de una ética notables, la experiencia de vida de la que nos hace parte, excede el campo artístico en donde se ha cultivado y preparado. De modo enriquecedor, ensaya probables definiciones del ser argentino y de nuestra identidad, a la hora de hacer un balance respecto al estado actual del cine y el teatro autóctonos, evaluando las variables que inciden en el consumo popular.
Para uno de los actores más importantes de nuestros escenarios y pantallas, puede que la clave del éxito sea superarse constantemente a sí mismo. Conservar el amor propio y no dejar de confiar. Sin creerse menos que ninguno, pero igual de capaz que cualquiera, porque el ego no se niega. Y porque lo que aspira, al final de cada día, es a sentarse a la mesa y probar el mejor bocado de actuación.
Podés leer la primera parte de la entrevista acá: https://revistasieteartes.com/2023/05/17/conversaciones-siete-artes-alberto-ajaka-primera-parte-por-maximiliano-curcio/
–Recuerdo especialmente tu papel del Fiscal Quinteros en “El Lobista” (2018), escrita por Patricio Vega, producida por Pol-Ka y dirigida por Daniel Barone. Tu rol me pareció un gran acierto y vital dentro de la serie. Un hombre de ley, obsesivo y metódico, adicto al trabajo y dueño de una sabiduría existencialista muy particular, la cual se nos comparte a través de monólogos que se vuelven un oasis dentro de la trama. ¿Qué podrías traer al presente acerca de cómo compusiste a este personaje?
El personaje del fiscal estaba concebido como alguien tanguero, solitario, futbolero y loser. Se sugería eso en principio. Yo propuse introducir cambios al personaje, con ciertas variantes, y principalmente con un deseo homo erótico reprimido, que me interesaba explorar. Una decisión que, generosamente, me permitió la producción y el autor profundizar, a través de pequeñas correcciones en ciertos fragmentos, muy pequeños, respecto a algunas situaciones en particular, que no intervenían con la línea dramática ni con el personaje principal que encarnó Rodrigo De la Serna. Fue fantástico tener esa libertad, ganar ese espacio e intentar proponer algo nuevo. Se singularizó y resaltó lo que buscaba. Se recortó el personaje y se pudo aportar a la trama otro matiz. Me gusta generar el impacto para quien pueda verlo y lo que pueda un espectador interpretar, porque hay prejuicios, discriminación y violencia en determinadas expresiones, y uno pretende encender y motivar. El público lo deposita en el actor: uno es el pornógrafo, el violento, el miserable, el egoísta, el criminal. En definitiva, para algo me sacrifico y pongo el cuerpo. Es el bien que puedo hacer y es lo que me sale.
-Considero que el personaje que componés en “Un Crimen Argentino” pasará a la profusa galería de grandes malvados en la historia de nuestro cine nacional. ¿A qué herramientas recurrís a la hora de componer un villano como este corrupto y despreciable policía?
Hay una escena particular en la que estoy silbando. En ese momento yo estaba escuchando una pieza de Schumann hecha al piano por Marta Argerich. Eso es lo que yo silbo en la escena de la tortura. Es un agregado mío, sentí que a la escena le faltaba algo. No es la música incidental de un Mozart o un Beethoven, algo que también ya está bastante hecho en el cine, sino que yo tarareaba una melodía que supuestamente el personaje había escuchado. Pero es parte de la construcción del personaje y se grafica esto a partir de decisiones muy concretas. De allí parto, leyendo muchas veces el guion, tomando algunas decisiones de carácter, charlando con los compañeros. En este sentido, Matías (Mayer) y Nico (Francella) fueron muy generosos con mis sugerencias, especialmente una escena que comparto con Nico. Y así como crece lo de ellos, crece lo mío.
Al rol que interpreto en la película decidí mantenerlo en una zona gris. Pensé en Aníbal Gordon, en ese personaje de nuestra historia: en un parapolicial, en la mano siniestra clandestina. No en un militar o un policía, sino en un delincuente como tantos otros. Mantenerlo en esa zona le imprimió oscuridad, e imposibilita de catalogarlo. Preferí no poder asirlo del todo. Defiendo a mis personajes a capa y espada, y a la hora de interpretar a un villano entiendo que todo villano se debe sorprender, ¿sino donde encuentra la motivación? Se tiene que sorprender de lo que es capaz de hacer. Comprender la lógica monstruosa, que no es la naturaleza propia, sino que es un recorte. Está medio dicho ‘querer a los personajes’. Pero no es eso, es defenderlos; yo no me regodeo de su capacidad violenta. Reconozco lo humano y lo monstruoso, y prefiero pensar que él está definido así, está tentado o imposibilitado. Quizás esté impedido de experimentar culpa o compasión. A veces el acto criminal se debe a un daño neuronal, a deficiencias, no lo sabemos. Quizás tenga alguna patología grave. Los hijos de puta van a seguir naciendo. Es pensar en eso, en la humanidad. Y si es el más hijo de puta probablemente sea el más complejo de todos de defender. Y aún así lo sea, no deja de ser un ser humano, tanto como vos y como yo.
-La microscópica mirada que ejerce Lucas Combina al profundo resquebrajamiento social, político y moral imperante dice mucho acerca de nuestra identidad como nación. En tal sentido, ¿cuál es la mayor virtud de “Un Crimen Argentino” al intentar definir una época tan oscura?
Lo interesante de la película es algo de lo que roza mi personaje también. Yo insistí en la línea argumental que está sugerida: el conflicto de intereses que desatan los secuestros y tiene que ver con que el personaje de villano de Darío Grandinetti les viene a escupir el asado a los responsables del negocio de los secuestros. Se produce un secuestro extorsivo seguido por crimen de un particular civil que no tiene nada que ver con las estructuras parapoliciales que se dedicaban al secuestro de origen político y que contenía la expropiación económica, de bienes, y de personas. Ese es el tema relevante y la película intenta particularizar en cada nivel de criminalidad. La época es bastante particular, por la conciencia que uno va tomando de lo que estaba ocurriendo. Uno se preguntaba, ¿en algún momento esto va a terminar? Imagino que eran esas las circunstancias, yo era chico en aquel entonces; pero entiendo la sensación de lo que parecía postergarse eternamente.
Esta es nuestra crítica de UN CRIMEN ARGENTINO: https://revistasieteartes.com/2022/09/13/estrenos-de-cine-un-crimen-argentino-2022-lucas-combina-por-maximiliano-curcio/
-¿Cómo viviste el estreno de «La Extorsión», de Martino Zaidelis?
Martino es un tipo talentoso, muy buena gente y laburador. También uno desarrolla afecto por las personas con las que labura y me pone contento que le vaya bien. Cuando va bien y la cosa está buena, me alegro. Destaco la mirada del director, y como la construcción de género te involucra, evaluando los alcances que tiene un pequeño acto de corrupción. Con solidez, “LA Extorsión” logra que vos entiendas lo que está pasando y tengas tu propia conjetura de la película. Una condición sine qua non de un thriller clásico, no abstrayéndose por manierismos o deficiencias, y manteniendo al espectador aguardando lo que viene. No es poco. Difícil en nuestro medio, no te olvides que nosotros no hacemos eso. Lo hemos visto en películas extranjeras, pero es un lenguaje y un género que no nos pertenece. Salvo casos excepcionales como “Nueve Reinas”. Entonces “La Extorsión” ofrece este tipo de argumentos clásicos, sin fisuras en el relato, que nos permite conjeturar y quedar expectantes.
-Acá interpretás a un villano de una índole distinta al de “Un Crimen Argentino” ¿Cómo compusiste a tu personaje?
Sí, dos tipos de acción, pero distintos entre sí. Cuando mi personaje mata al que interpreta Pablo Rago, pensaba en el placer sexual, digamos, que el tipo sentía. Imaginé un coito, una especie de orgasmo por el acto concretado. Supongo que un asesino no ha quitado una vida sin sentirse inmune. Puede que no le importe nada en la vida del otro, pero sí la propia. Entonces busco alguna expresión como esa. También hay un gesto que yo hago en ese momento, inmediatamente después de matarlo, y que lo repito en la primera escena, graficando que luego del acto criminal el tipo se relaja.
-¿Qué clase de héroe construye esta película?
Me parece inteligente la decisión que toma Martino con esta película. Primero tenés que definir si la característica justiciera del héroe incipiente de Guillermo Francella se limita a lo propio o da un paso más allá. El héroe dramático es un personaje miserable, que no está impune; y es quien desata una cantidad de hechos dolorosos. Luego, no se queda en su batalla personal, sino que se extiende, queriendo hacer caer el sistema y generando una serie de consecuencias. En tanto que, mi personaje, más allá del daño que le hace al protagonista al comienzo, le es útil a este luego. Lo que expresa moralmente la película es que un héroe se pone en contra de los corruptos, entonces no los dejará escapar. Y lo que ocurre con el destino que corre mi personaje, hacia el desenlace de la película, es un hecho absolutamente fortuito.
-¿Y que opinión te merece la mirada que se ejerce sobre la corrupción?
Es muy argentino hablar de corrupción y sentirnos corruptos. Pero creo que hay algunas palabras que nos identifican mejor: el mate, el asado, la pelota y la inflación. Y la inflación propone corrupción, es un factor que la acrecienta. Debería de hablarse de inflación en las calles, plazas, villas, centros de jubilados, colegios y lupanares. Hablar todo el tiempo de inflación, porque es un problema cultural, estoy convencido. ‘Esto que está, no existe’, promueve corrupción y no va a desaparecer. Salvo la inflación desaparezca -algo que no va a ocurrir- o si se ajuste a los parámetros mundiales.
Esta es nuestra crítica de LA EXTORSIÓN: https://revistasieteartes.com/2023/04/12/estrenos-de-cine-la-extorsion-de-mateo-zaidelis-por-maximiliano-curcio/
-¿Cómo evaluás el cambio progresivo que ha sufrido la televisión y la producción de ficciones en nuestra industria a partir de la proliferación de nuevas plataformas digitales?
No tengo mucha opinión sobre eso, ni pretensión siquiera. Ojalá hubiera más producción nacional. Lo que hay es un cambio del lenguaje y no tenemos, lamentablemente, una televisión abierta tan potente, a diferencia de otros países de Latinoamérica. No se le puede pedir peras al olmo con la economía destrozada, con nuestra televisión abierta que sufre. No tenemos la BBC. La TV local fabrica simuladores de indignación cotidianos. Y vende más que una ficción, ¿entonces qué prefieren? Nadie puede vivir todo el tiempo indignado.
– ¿Tenés una postura que quieras compartirnos con respecto a la conducción del INCAA?
Respecto al INCAA me mantengo bastante ajeno; me meteré el día que me decida a dirigir una película. Por lo cual, no estoy muy al tanto…para burocracia tengo ya mi vida cotidiana. No obstante, toda actividad gremial que se haga en relación a eso me parece muy noble. Pero me parece un moño el problema; fijate que con “La Extorsión”, a la fecha llevamos más de 300.000 espectadores, menos que una obra independiente de teatro. Sin embargo y a pesar de ello, hay una marca de cine argentino y el estado no se da cuenta de la buena utilización de esa marca. Sé que es un problema que me involucra, aunque no se bien cómo a veces.
La opinión pública suele hacer tanto daño dentro de la población, y el discurso resuena tanto y es tan contagioso. Se habla acerca de lo inconveniente que es sostener el fomento a las artes audiovisuales, tanto que la ignorancia hace que se pierda y desconozca, incluso, lo que está bien. Nosotros somos un país con muchos problemas de identidad. Pensemos en una bandera y una pelota de fútbol. Pero, ¿qué es lo nuestro? ¿Qué nos identifica? ¿Qué música cantamos? No lo sabemos. Somos un pueblo abierto, curioso, cosmopolita. Sí. Pero es una debilidad en otros aspectos.
-Luego del difícil trance que supuso el tiempo pandémico, hemos vuelto al sagrado ritual del teatro y las salas de cine. ¿Dónde creés que pervive su magia?
Este tiempo coincide con la trágica disminución de público en los cines a nivel mundial. Deberíamos pensar el negocio; sociológicamente, en la evolución de las artes. Por un lado, las salas están completas, aunque algunas no tanto, y hay una gran oferta en Buenos Aires, con una entrada de teatro históricamente barata. Y vos no podés ver obras de teatro en tu casa ni participar de la ceremonia. Esa es la realidad. La ceremonia de ir al cine, por otro lado, se perdió con los años. Entonces, ¿qué queda? Las películas espectaculares, con efectos especiales. Dos argumentos bastante potentes para convencer. El cine y el teatro son dos experiencias completamente distintas. El cine tuvo un ritual social en el foyer, en otras épocas. Claro, que no es lo mismo ver la película a solas, pero el cine que más se busca hoy día es el capaz de insonorizarte de los demás. Hay ciertas tradiciones que hoy no existen ya, y no sé si eso vuelve. Toda vez que se logre que no se piratee, se aguantará unas semanas en cartelera y toda peli que tenga efectividad visual, tendrá redito en la pantalla. Hablando de cine nacional, uno no va a pretender una peli chica haga el mismo recorrido que una mainstream.
-¿Sos buen espectador de cine y teatro? ¿Qué consumís preferentemente?
Al teatro voy más que al cine, estoy poco salidor. Este momento en la etapa de la vida de mis hijos me retiene bastante, además, el estar haciéndolo influye a ir menos; no soy un ferviente espectador. Hace poco fui al cine, al BAFICI, a ver la última película de mi mujer (María Villar), titulada “Un Andantino” y dirigida por Alejo Moguillansky. Respecto al teatro, prefiero ver el que tiene que ver con la zona independiente, el teatro de arte y alternativo que ofrece la ciudad.
-Para finalizar, contanos en qué proyectos estás trabajando y dónde podremos verte este año.
Estoy por estrenar una serie para Star Plus, cuyo rodaje ya finalizó y es de título incierto aún. Donde comparto reparto con Germán Palacios y Celeste Cid, y está dirigida por Leandro Ipiña, con quien me reencontré años después, luego de colaborar en “Revolución, el Cruce de los Andes”.
Categorías:Conversaciones Siete Artes
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