En Escena: «LA TENTACIÓN» (Teatro Border). Por MAXIMILIANO CURCIO

¿LOS PODEROSOS ESCRIBEN LA HISTORIA DE LOS PUEBLOS?

En el teatro Border, con dirección de Santiago Doria, se exhibe, durante los meses de marzo y abril, “La Tentación”. En brillante adaptación del emérito Pacho O’Donnell, por primera vez llevada a las tablas en 2007, regresa a la cartelera porteña, convertida en un clásico de las últimas temporadas. Una obra de actualidad, cuya temática involucra los ideales en las esferas del poder político. Un prócer extraordinario (Manuel Dorrego) sostiene una tensa conversación con el entonces embajador inglés (Lord Ponsomby). En la reunión cumbre, una transacción reviste importancia; la corrupción se sugiere, pero no se dice. ¿Qué ocurre cuando una vital decisión se direcciona en contra los intereses de la patria? Lord desplegará todos los recursos posibles en pos del convencimiento; no obstante, se sabrá: convicciones no son conveniencias.

Algo nos resulta extremadamente familiar, lo que en nuestro país ya ha pasado podría volver a repetirse cíclicamente. ¿Qué lugar les reservará la historia? Héroes de la patria cuyo nombre se recordará en calles, plazas y ciudades, versus aquel que morirá olvidado, pero con la conciencia tranquila. La soberbia es un mal atávico; hay políticos que se denostan e injurian unos a otros. Unitarios contra federales, guerras y conquistas sazonan un siglo bañado en sangre. Artimañas con aires de eterna ascensión dirimen la soberanía sobre el rio. “La Tentación” traza connotaciones con el presente, se trata de un material escrito para el hoy, pero cuyas coordenadas nos retrotraen a casi doscientos años. Vemos delante de nuestros ojos, de modo trascendental, el transcurso de nuestra patria.

Raúl Rizzo (Ponsomby) y Pablo Shinji (Dorrego) protagonizan, de modo extraordinario, una obra en la cual el humor, la intencionalidad de los actos y la ironía en lo pronunciado son herramientas indispensables. La expresión teatral emparenta con la vulnerabilidad y las fortalezas que sendos personajes históricos exhiben, como gran elemento de atracción y debate. Elaborados diálogos otorgan cuerpo a esta pieza, mientras una puesta escénica minimalista lucirá atemporal. Tentación y resistencia son fuerzas convergentes, y es estimable que la elogiosa actitud del militar y político argentino decida la suerte de su trágica muerte, a manos de quien él defendía. La palabra se convierte en la acción comandante a lo largo de una hora de intenso debate, hay medidas que deben tomarse. Que no sean apresuradas, la batalla dialéctica prosigue en firme marcha. ¿Quién lleva el timón de la rueda del poder?

 “La Tentación”, gracias al gran trabajo de Santiago Doria, lleva a cabo un auténtico estudio de caracteres. Ponsomby, con pompa y prolijidad, chicanea a pura malicia, Dorrego esquiva con habilidad. Pragmático, el británico mide en libras esterlinas aquello que sobre la tierra tiene valor. Descree de la iglesia y sus mandatos, alianzas e intereses lo motivan. No lo caracteriza la solidaridad ni el altruismo. El bonaerense se preocupa por los sectores populares, por los desposeídos, y la equitativa distribución de la riqueza. Quien ostenta la primera nobleza hace uso y abuso de su título honorífico: le advierte al referente del federalismo rioplatense que lo espera el derrocamiento o algo peor. Materialista enfrenta a un humanista. El texto nos alecciona que existen principios insobornables; la ingenuidad no es buena compañera en asuntos políticos. Prevalece la codicia, el mundo es chico como para compartirlo con otras naciones. El imperio no vacila, el ejército avanza y la fanfarria lo anuncia, por el derecho moral de dirigir el destino de la civilización.

Pareciera una mera cuestión de tiempo, torcer el brazo de la voluntad adquiere maquiavélica dimensión. Víctima y victimario enfrentan la hora decisiva. La mejor página reserva abundantes dosis de antipatía y aversión. El embajador no se ahorrará golpes bajos, mientras el ideario colectivo del argentino persigue nivelar la balanza entre ricos y pobres. Uno podría preguntarse qué tienen en común el buen inglés y el entonces gobernador; quizás una diferencia insalvable los separe. La conspiración vive por los principios que muere el hombre. El reaccionario abuso de poder podría cambiar el rumbo de la patria, bajo el perdurable lema de ‘divide y reinarás’. La unión no siempre hace la fuerza, ¿qué país creíamos estar forjando? En ideologías contrapuestas, y según desde el punto de vista desde que se lo analice, sendos caracteres validan su propia cuota de razón al respecto. El público se sentirá indefectiblemente identificado e interpelado por tamaño abordaje.



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