
EL MÉTODO TANGALANGA / Puntaje: 6 – “El Método Tangalanga” ficcionaliza la historia del mítico humorista argentino llamado Julio Victorio de Rissio (1916-2013). Presentada en el último Festival de Cine de Mar del Plata, la película es dirigida por Mateo Bendesky, guionista y realizador que se rodea aquí de un brillante elenco: Martín Piroyansky, Julieta Zylberberg, Alan Sabbagh, Rafael Ferro, Luis Machín, Luis Rubio y la actuación especial de Silvio Soldán. Aquel bromista empedernido, el mismo que maravillara a Luis Alberto Spinetta; aquella voz en el teléfono que pasara a la posteridad y cuyas grabaciones telefónicas se comercializaran de modo inaudito. ¿Imaginan su repercusión en tiempos de memes, emojis, streaming y youtubbers? Un experto en desgranar puteadas de corrido de lo más originales a incautos y anónimos desconocidos. Tangalanga, reservando en el misterio del anonimato gran parte del encanto que posee su figura. El hacedor de gestas de humor que aún nos descostillan de risa, a quien las nuevas generaciones no deberían dejar de descubrir. Por ello, es que el film indaga en los orígenes del humorista, replicando y homenajeando al cine argentino en la época del oro de los ’40, ’50 y ‘60. En esta última década (gran recreación artística mediante) es cuando comienza la historia real, a partir de la cual se trama una fantasía de este alter ego extrovertido que se desarrolla en un hábitat impensado. ¿Qué lo impulsa a realizar sus bromas desde la más absoluta impunidad? El don nato de la irreverencia que se especializará en incomodar y fascinar, en igual medida, mediante posturas políticamente incorrectas acerca de lo que ‘hacer humor a costa de…’ implica. Hay chistes que envejecen mejor que otros, cotejamos lo que hoy causa gracia y lo que no ‘debería’; otros tiempos, otras costumbres y valores. Mención aparte, este desopilante y agudísimo humorista en el uso de la palabra se ha convertido en bastión esencial de nuestra educación humorística como país.

PERROS DEL VIENTO / Puntaje: 7 – Una investigación televisiva acerca del presunto suicidio animal se convierte en disparador narrativo de la recomendable “Los Perros del Viento”. En el Parque España ocurren, con el correr de los meses, extrañas situaciones que se repiten, sin motivo aparente. Los argumentos e hipótesis al respecto se acumulan: frecuencias bajas, silbido del viento, barcos que cruzan el río, el olfato en la actividad sexual canina. No hay certezas, pero perros de distintas razas y tamaños se arrojan al vacío. El mito urbano está instalado en Rosario desde 1992. Desde determinado punto físico, en la explanada del parque, mirando hacia el río, la visión llega a confundir. El hecho documental se utiliza como instrumento para imbricar la ficción. En busca de un hallazgo que incentive al buen rating va este periodista autoexiliado desde España. El encuentro es con su ciudad y también con una mujer que ama, pero con quien no puede compartir la vida. ¿En busca de qué regresa en realidad? Los límites entre la verdad documental y la ilusión ficcionada acaban por erosionarse. Hugo Grosso, con sensibilidad, buen gusto estético y una exquisita música incidental, utiliza la idea de un personaje que se aboca a la investigación, mientras intenta hacer las paces con el esquivo pasado que lo ata a un antiguo amor. El director deposita el éxito del film en un actor ilustre y monumental, con quien ya ha compartido anteriores proyectos (“Balas Perdidas”, “A Cada Lado”, “Fontanarrosa, lo que se Dice de un Ídolo”). Luis Machín, nativo de la ciudad de Rosario, lleva a cabo un auténtico tour de forcé actoral, entregando una performance conmovedora, camaleónica. En su cuerpo y alma, el comportamiento humano se mimetiza con el animal. Al límite de sus emociones, lo racional y lo instintivo se confunden. Hay un dolor latente que no cicatriza, brindamos con cierta resignación a la salud del corazón partido. Un amigo le aconseja que suelte lo antes posible, o la herida será irreparable. Machín cree poder controlar sus emociones, parecería protegerlo la razón. Los animales siempre saben lo que necesitan, el hombre tropieza con la misma piedra, más de dos veces. La metáfora del salto al vacío cuadra perfecto. Al indagar, el abismo se produce en nuestro interior buscando respuestas a aquellas preguntas vitales.

SIETE PERROS / Puntaje: 7 – El amor a nuestras mascotas, la concientización sobre la tenencia responsable y la infinita enseñanza que los animales nos legan son algunas de las reflexiones que quedan latentes luego del visionado de un film tan conmovedor como “Siete Perros”. Rodada en Córdoba durante 2022, fue estrenada en salas locales hacia el mes de septiembre pasado, también llegando, posteriormente, a pantallas en numerosos festivales. Paula Lussi guiona la historia acerca de un hombre de mediana edad, solitario, quien atraviesa una delicada situación de salud y percibe la hostilidad del consorcio al que pertenece. Consorcio, esa pequeña comunidad microscópica en donde fluyen tensiones y se solicitan deberes a cumplir. En su hogar, un pequeño departamento, un hombre común ha convertido a siete perros en su familia directa, a quienes cuida y ama profundamente. Este noble retrato acerca de la soledad, la intimidad y la angustia existencial de un ser incomprendido, adquiere notable dimensión gracias a la inmensa labor interpretativa de Luis Machín, intérprete dueño de una versatilidad descomunal. Con extrema sensibilidad y sutileza, consigue transformarse para componer a este provinciano encantador, amante de los perros; desbordante de ternura para con ellos. El relato que se nos narra es más bien agridulce, su corazón también se ha convertido en sede de una inenarrable angustia. Protagonista absoluto de la historia, el hombre habla con sus perros y se rodea de ellos; se comunica con sus semejantes con parsimonia y sencillez, busca salir de su cascarón introvertido, en pos de una salida colectiva a su acuciante presente. Machín, monumental, se deja cuerpo y alma en cada plano, y su comportamiento nos brinda poderosas reflexiones. “Siete Perros” recurre a nuestra empatía como espectadores. Las normas de convivencia y lo que socialmente avalamos o cuestionamos no siempre se miden con la vara más justa…el comportamiento humano suele dejar bastante que desear.
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