
Contemplar tiempo y contexto resulta imprescindible para comprender porque Hollywood responde a ciertos recursos temáticos cada vez que quiere políticamente congeniarse con una mirada más pluralista y en constante apertura. La industria suele lavar sus propias culpas y redimir minorías, a tono con la necesidad del relato contemporáneo. Elvis Mitchell, antiguo colaborador de prestigiosos medios gráficos como Fort Worth Star-Telegram, LA Weekly, The Detroit Free Press y The New York Times, lleva a cabo un concienzudo análisis del compromiso, la fuerza y la urgencia que impulsó a un multifacético colectivo artístico, en los albores de un cine que despertaba al fin del relato clásico. La meca del cine mutaba de piel.
Cincuenta años después, y atravesando la tercera década del nuevo milenio, en la persistente búsqueda de la igualdad y la integración, el orgullo negro alza su puño y voz al cine hegemónico: es hora de que conozcamos la otra cara de la historia. Herederos el ímpetu de aquella camada artística retratada por Mitchell en su fabuloso recorrido audiovisual, una plétora de realizadores continúan, en la actualidad, llevando a la gran pantalla valientes retratos de la realidad afroamericana en Norteamérica, con encomiable entereza. El talento de insurgentes cineastas, como Barry Jenkins, Ava DuVernay, Jordan Peele, Ryan Coogler y Nate Parker, se ha establecido en la industria, como estandartes de una camada dueña de unas convicciones estéticas e ideológicas francamente poderosas. Hay cine de color en Hollywood después de Spike Lee, y existen valiosos eslabones que han actuado de elemento de cohesión, como Lee Daniels, Antoine Fuqua, John Singleton o Denzel Washington.

Brillantes visionarios que, detrás de cámara, han testimoniado el padecimiento, la segregación y la xenofobia sufrida por su comunidad, de generación en generación, inclusive llegando al tiempo de protestas enmarcado en el fenómeno internacional conocido como Black Live Matters. Los siguientes constituyen algunos de los ejemplos más destacados.
BARRY JENKINS
En “Moonlight” (2016), Barry Jenkins registró una infancia desfavorecida a través de la ira mutada en deseo de autorrealización. Un coming of age de recrudecido descubrimiento. El cine de Jenkins es una danza conmovedora, desgarradora y misteriosamente poética. Dialoga en el tiempo fílmico la combinación de osadía y franqueza emocional que ostenta el arte de quien escribe y dirige este film. “Moonlight” nos abruma con su poder visual y su generosidad para transmitir sentimientos que tienen como temáticas omnipresentes al amor, al sexo y al apetito de supervivencia que hace frente a las ausencias materno-paternales. El uso de la luz es un fértil canal de emociones y su carácter lírico recuerda al contemplativo cine de Terrence Malick. Relato de infancia, niñez y juventud desde la marginación absoluta, hereda cierta mirada social que remite al enfoque independiente del afroamericano Charles Burnett. Sutil tragedia que bordea el tono documental, se vale de una gama de pletóricas secuencias oníricas visualmente deslumbrantes, primeros planos que son una epifanía y pasajes instrumentales de exuberancia sonora.
NATE PARKER
En “El Nacimiento de una Nación”, Nate Parker lleva a la gran pantalla la historia de Nat Turner, líder de la rebelión de esclavos más exitosa del Sur norteamericano. Ejemplifica la película la resistencia de los negros ante el sistema imperante antes de la Guerra Civil, convirtiéndose en el reverso perfecto del epónimo largometraje dirigido por D.W. Griffith, en 1915, bajo un condenable matiz segregacionista. Sin temer bordear la mistificación del mártir afroamericano, Parker rescata en el tiempo unas convicciones ideológicas inquebrantables para relatar el sufrimiento y las penurias de generaciones oprimidas, sometidas y masacradas. En su visión cinematográfica se condensa la belleza descomunal de aquel doloroso viaje emocional hacia la redención, atesorando la reliquia sagrada de la emancipatoria lucha, así como de la importancia histórica para el séptimo arte, convertido en vehículo testimonial de aquellas atrocidades cometidas por la supremacía blanca y del espíritu confrontativo que convierte al impensado héroe en un profeta. Con vértigo narrativo, un fenomenal uso del fuera de campo y una concepción épica de la puesta en escena, la labor de Parker hereda las influencias del radicalismo visual de “Doce Años de Esclavitud”, del también afroamericano Steve McQueen.
JORDAN PEELE
Jordan Peele emerge dentro de una camada de autores que arriban a la industria durante el nuevo milenio, continuando el camino allanado por talentos de la talla de Spike Lee, Antoine Fuqua y Lee Daniels. Luego de numerosas labores como productor, guionista y actor, lleva a cabo su gran salto cualitativo como realizador y nos lega dos obras fundamentales:
GET OUT / 2017 – USA
Una iluminación creativa corrobora la máxima de Henri Matisse: la exactitud no es igual a la verdad, y en esa sutileza pictórica de baja intensidad, el film crea un estado de ánimo perturbador, particularmente característico en el cine de terror ochentoso. La cámara congela los gestos de un rostro expresivo. La comedia negra es, tan solo, un vehículo para reflexionar acerca del estigma racista. “Get Out” se conforma como un ejercicio de requisitoria connotación social, explorando el anverso de la belleza y lo socialmente aceptado en su concepción más formal. Peele nos incomoda con pequeños detalles, tirando de la cuerda de su resorte mágico de creatividad para todo espejismo engañoso. Atesoramos la ilusión cinematográfica como puro reflejo de la realidad que rubrica un drama visual esculpido con virulencia. Mordaz, el autor confiere los límites de un microcosmos plagado de violencia, vicio y corrupción. Viaje al centro de la última pesadilla, turbulencia posmodernista para el género mainstream más transitado. Ambiciosa ópera primera, esta temprana joya de culto sienta el precedente estético sobre el cual se articula un film, cuya condición genérica se vislumbra salvajemente subvertida. Una orgía visual que disemina el epítome de lo retorcido, bajo un disfraz que oculta el más aberrante de los horrores: nuestra condición humana.
US / 2019 – USA
Una familia modelo, un muestrario social. La seguridad puesta a prueba, los códigos del lenguaje subvertidos. La antigua herencia expresionista y el manierismo colorista mutan bajo la nueva visión del terror del genio moderno Jordan Peele. Forma al servicio del contenido, “Us” aborda capas dramáticas, geográficas, históricas y sociales, sin descuidar ninguna de ellas. El espectro imaginativo abarcas cronologías paralelas y dimensiones subterráneas del inconsciente. El mal se encarna físicamente, mientras el artilugio audiovisual insufla suculentas dosis de gore para capturar el radical poder del elemento proyectado en pantalla. La paranoia alimenta el mentado doble siniestro para sacudir nuestro intelecto con una contundencia infrecuente. Si la simbología es demoníaca, el ingenio narrativo del autor guarda en su reverso todo lo monstruosamente bello de nuestra condición. La sátira política funciona en los niveles más degradados de su depravación. Atormentado sueño premonitorio que cobra vida en cromatismo de encendida violencia. Un perturbador escenario incomodará nuestra percepción, la sátira política se burla de los mecanismos genéricos. El dinamismo en su manifestación más pura comprueba los valores de una obra cuyo ritmo visual es la quintaesencia para la imaginación del realizador.
Categorías:La Pantalla Seriada
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