
Con participaciones de influyentes figuras de la cultura negra, de entonces y de hoy, “¿¡SOY LO BASTANTE NEGRO!?” se construye merced a valiosos testimonios de artistas de la talla de Margaret Avery, Harry Belafonte, Charles Burnett, Suzanne De Passe, Laurence Fishburne, Whoopi Goldberg, Samuel L. Jackson, Glynn Turman, Billy Dee Williams y Zendaya, se lleva a cabo un incisivo y variopinto relevamiento histórico y cultural, que no pretende la demonización del blanco, sino la ecuanimidad a la hora de colocar en evidencias las tendencias de una industria que hace del factor tendencioso un arma de doble filo. Asoma la década dorada y la comunidad de hermanos afroamericanos se ha convertido en un indetenible laboratorio artístico de progresión, osadía, experimentación y rebelión estética-conceptual. ¿Lo suficiente como para convencernos?
El documental dirigido por Elvis Mitchell no teme colocar bajo la lupa de la polémica el rol colaboracionista y timorato elegido por ciertos artistas afroamericanos convocantes en la época. Se examina de modo concienzudo la palabra modelo. El cambio estaba en marcha y ser actor de reparto no estaba en los planes de una camada ambiciosa, irreverente y brillante. Surgen autores que no temen alzar su voz, se crea un star system paralelo, conformado por intérpretes de la talla de Richard Roundtree, Jim Brown, Pam Grier, Fred Williamson, James Earl Jones, Cicely Tyson, Diana Ross, Tamara Dobson, Max Julien. El ciudadano negro desea contar en primera persona aquellas experiencias que identifican a los de su clase. Repasemos algunas de las figuras fundamentales:

SIDNEY POITIER
No fue sencillo para Poitier abrirse camino en el mundo cinematográfico, en tiempos donde Estados Unidos se veía escindida por una profunda segregación racial. La igualdad de oportunidades escaseaba para los actores negros, factor pese al cual, este dotado intérprete teatral, sorteó todos los pronósticos en su contra. Brillo en “Semilla de Maldad” (1955) y “Fugitivos” (1958). Por películas como “Los Lirios del Valle” (1964) y “Al Maestro, con Cariño” (1967) se convirtió en modelo de una generación actoral que seguiría sus pasos, con Denzel Washington a la cabeza. Cimentó su rol de estrella gracias a films como “Adivina Quién Viene a Cenar” (1967) y “Al Calor de la Noche” (1967). Fue el primer actor afroamericano en obtener el premio mayor a la actuación que concede la Academia. En el crepúsculo de su carrera, sería convocado por Robert Redford para la aventura de espías “Los Fisgones” (1992).
JAMES EARL JONES
James Earl Jones es ese actor que puede seducirnos o intimidarnos con su sola voz. Intérprete modelo para generaciones de afroamericanos, también es un todoterreno del teatro y la TV. destacar en “La Gran Esperanza Blanca” (1970), versión fílmica sobre la misma obra que le reportara, anteriormente, un Premio Tony. La romántica “Claudine” (1974) es el ápice de un cuerpo de trabajo que abraza siete décadas. Jones, participando en más de un centenar de proyectos, destila un profundo amor por el canon shakesperiano y atestigua una recordada colaboración junto al rey de la comedia Eddie Murphy, en “Un Príncipe en New York” (1988).
OSSIE DAVIS
Este escritor, actor, director y activista social es un emblema fundamental para conocer la historia del teatro y el cine afroamericano. Fiel defensor de causas humanitarias y civiles, se formó como dramaturgo antes de unirse a una pequeña compañía de teatro en la empobrecida Harlem. Sirvió en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial, atestiguando mil batallas libradas para una vida de constante sacrificio. Brilló en Broadway, junto a su pareja sentimental Ruby Dee, en “A Raisin in the Sun” (1953), antes de protagonizar la adaptación televisiva sobre la obra de Eugene O’Neill “El Emperador Jones” (1955). En el cine, siguió la huella del pionero Paul Robeson y su aura distinguió películas comprometidas, debiendo superar las barreras de todo actor de color para tiempos de escasa apertura. De forma tardía, su talento fue apreciado por cineastas como Spike Lee, para “Haz lo Correcto” (1989) o “Fiebre Salvaje” (1991).
PAM GRIER
Este ícono precursor feminista, de despampanante belleza morena, fue la diva del cine blaxploitation durante la década del ’70. Un movimiento que surgiría con una profunda conciencia social, cuya búsqueda estética experimental se plasmaría en películas como “Cárcel de Mujeres” (1971), “Black Mama, White Mama” (1972), “Coffee” (1973) y “Foxy Brown” (1974). El encasillamiento al que se vio sujeto tal abordaje, y la propia disolución de esta corriente vanguardista, acabó por colocar un hiato de veinte años a su carrera cinematográfica. En 1997, sería rescatada del ostracismo por Quentin Tarantino, para el magnífico rol que le proveyera en “Jackie Brown”. Referente del género afroamericano, continuó llevando sus encantos al ámbito televisivo, durante la primera década del nuevo milenio.
DOROTHY DANDRIGE
Las iglesias bautistas negras fueron testigo de su innato talento actoral. Soñó, desde muy pequeña, con hacerse un lugar en la industria cinematográfica, debutando en “Un Día en las Carreras” (1937), dirigida por los Hermanos Marx. Miembro del trío musical que actuara con la orquesta del jazzista Jimmie Lunceford, se desempeñó como cantante de club nocturno y vocalista de big band. Luchó con ahínco para escapar al estereotipo de toda intérprete de color, siendo alabada por su aparición en “Pillow to Post” (1945). En 1954, “Carmen Jones” cambiaría su vida por siempre: logrando una nominación al Oscar, había alcanzado el reconocimiento unánime de la crítica. Sin embargo, solo posteriores papeles en “Una Isla al Sol” (1957) y “Porgy y Bess” (1959), ratificarían su calidad actoral. La tragedia golpeaba a su puerta y Dorothy había perdido el rumbo por completo, producto de problemas financieros, un matrimonio violento y abuso de alcohol. Falleció por sobredosis, a la edad de cuarenta y dos años.
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