
-¿Cómo surge tu pasión por el medio? ¿Dónde te formaste?
Yendo por partes, creo que no tengo una pasión por el medio, sino que me apasiona la comunicación en sí. Lo que quedó un poco “tapado” en mi CV es que antes estudié Diseño de Imagen y Sonido, en la UBA. En general resumimos como “cine”, pero producimos desde documentales sociales hasta ciencia ficción. La cuestión es tener algo que decir. Y por lo mismo siento que limito mucho si me refiero únicamente al ISER. Sí hice Locución en el ISER, pero para mí este camino se forma desde cuando iba a la escuela y una profesora que era periodista nos dio clases de semiología. Tengo un título que me habilita del ISER, pero tengo un palimpsesto teórico/práctico en el historial.
-¿Cómo definirías la magia de la radio? ¿Qué sensaciones te despierta hacer un programa en vivo?
La radio es en sí misma el primer medio que nos permitió la telecomunicación de manera masiva y prácticamente inmediata. Eso no se lo puede sacar nadie. Es interesante cómo con el surgimiento de la televisión, por ejemplo, la radio “perdió” un poco, pero de todas formas era muy común (todavía lo es) tener la tele encendida mientras hacías o hacés otras cosas. En realidad, la imagen vino a complementar, pero ese peso del comunicar y transmitir sigue estando mayormente en el sonido. Hay videos de esas escenas que te hicieron llorar, pero cambiando la música de fondo te terminás riendo, porque el sonido también está en función de quebrarte o hacerte reír. Con respecto a hacer un programa en vivo, es algo muy difícil de comparar, pero se me ocurre el teatro. Cuando vas al teatro los actores la pueden estar pasando mal, puede fallar la técnica, alguien se puede olvidar de algo, pero hay que salvar la escena. Los actores “disfrutan” del cúmulo de emociones, pero la mayoría de las veces la pasan bastante mal, y en radio pasa algo parecido. Honestamente hace poco alguien me preguntó “cómo te fue” y me salió decir “salió todo mal, la pasamos fenómeno”, porque es cierto; el poder resolver y seguir adelante hace que esa adrenalina sea cada vez más dulce.
-Implica un arduo camino hacerse un lugar en el medio. ¿Cuál es la clave de la resistencia fuera del aparato hegemónico?
Es muy difícil ir ganando lugar. Pero creo que ahí está justamente el impulso para resistir. Ahora se viene el Mundial, y sí, todo jugador puede soñar con estar jugando por la copa alguna vez, pero no te van a llamar para eso. Vas a jugar, perder, lesionarte, y sí, algunos van a llegar, pero por constancia y dedicación. Va a parecer trillado, pero es la verdad, tiene que apasionarte. A mí me apasiona, y sí, voy a estar horas de más para ir sumando. Si no me gustara no podría. A eso se le suma el reconocimiento de colegas. Capaz puede parecer una postura egocéntrica, pero a veces te acostumbrás a asumir que hacer algo bien ya no vale tanto, aunque por un error te querés matar. Y de repente cuando gente que admirás de verdad reconoce un crecimiento, ahí ya todo tiene sentido.

-¿Qué opinión te merece el estado actual de nuestros espacios de cultura y sistema educativo?
Con respecto a la cultura y el sistema educativo creo que en los últimos años terminó de entenderse a la educación pública como una cuestión partidaria. Si alguien habla de educación pública se sienten murmullos porque no se identifican con el signo político, y eso es terrible. Es interesante ver que las universidades privadas más prestigiosas (por no decir caras) del país se enorgullecen de poder decir “Con profesores UBA” o las escuelas de locución “Con el aval del ISER”. Terminaron siendo las instituciones más criticadas, aunque las primeras para chapear. Para mí es una suerte ser de provincia y lejos de la estación, siempre tuve que viajar un poco para lo que fuera, pero también así conocí músicos, escritores, artistas en general, que no te exigían una fortuna por su arte, porque al fin y al cabo tenía que viajar igual y no me molestaba hacerlo por gente que no conocía tanto. Y eso es algo a rescatar siempre, no podemos comprar la idea de que la cultura te exige inversiones que solamente algunos se pueden permitir.
-¿Cuál pensás que es nuestra mayor responsabilidad como comunicadores hoy a la hora de informar?
Como comunicadora primero aclaro que no soy periodista. Es algo que me interesa pero no me formé en eso, así que capaz las respuestas en cuanto a informar no sean las más académicas. Aún así, tengo presente que la verdad es lo primero, y el último tiempo tengo como primer filtro el respeto. Otra vez capaz suena trillado, pero entiendo que si alguien se “ofende” deja de escuchar, así que la cuestión es generar un contenido veraz pero editorializar lo menos posible (por más que siempre algo de moral pueda entrar en juego). También seguramente es algo muy planteado, pero al buscar información hay que revisar mucho más que antes. La evolución de las fake-news son las noticias con un fuerte contenido de veracidad que terminan yendo hacia algo completamente falso. La responsabilidad se multiplica si tenemos en cuenta que hay muchísimos comunicadores que repiten, y si les planteás algo te responden: “Lo dijo el Sr. Thomson”. A veces es la primera noticia que tenés que dar.
-El formato de podcast y servicios como YouTube emergen como herramientas preponderantes de los últimos tiempos. ¿Qué cambios observás allí y cómo impactan en el medio radial con el cuál crecimos?
Con respecto a las plataformas tengo una opinión formada bastante “polémica”. En este momento siento las voces de profesores en mi mente diciendo “el podcast no es radio”, y no, no podés hablar de actualidad en un medio que quizás se oiga en semanas o meses. Pero si pensamos en el viejo radioteatro tampoco te permitía actualidad. El viejo radioteatro de los ‘40 o los ‘50, terminó transformándose en el podcast de hoy. Y algún magazine de hace treinta o veinte años también. El podcast es todavía un género demasiado joven como para ser independiente. En Youtube hace poco vi que un creador de contenidos mexicano que estaba compartiendo la grabación de Coraline, la novela que dio origen a la película. Trabajé en un programa con un colega ciego y sé que contenidos así valen oro para las personas con discapacidad visual, pero para personas sin discapacidad también. Podés ponerte a hacer un trabajo manual, y mientras en lugar de escuchar música escuchás una historia. Los menores de treinta años que hoy encuentran interés en el entretenimiento sonoro, dentro de diez o quince años van a prender la radio para informarse. El podcast no es radio pero podría considerarse un sobrino, e irónicamente eso beneficia a la radio increíblemente. El resto de las plataformas igual.
-Desde tu mirada como mujer de los medios, ¿qué implicancia estimás que tienen las redes sociales como instrumento para comunicar? ¿Qué ventajas y desventajas encontrás a la hora de visibilizar allí tus propios contenidos creados?
Con respecto a las redes y la digitalización en general siempre planteo que imaginemos viajar en el tiempo para matar a Graham Bell, así no inventa el teléfono, y se evitarían los secuestros y las estafas. En realidad, eso existe desde la antigüedad más remota. El problema no está en los medios sino en el mal uso. Dicho esto, es valiosísimo poder comunicarnos más rápido y mejor con gente de todo el mundo. Parece mentira pero me pude contactar con personas de la cultura en el país conociendo antes a escritores de El Salvador, México, Ecuador, y eso hace veinticinco años no podía ni soñarse. De la misma forma podemos acceder a la información. Claro que se presentan dificultades, cosas que entorpecen, pero es lo que vivimos ahora, y creo que hay que aprovechar las ventajas que nos brinda. Estuve grabando videos cuando estaba todavía IGTV y mi “mayor éxito” tenía doscientas visualizaciones en meses. De repente, empecé a generar reels, usé hashtags, y en tres días uno tenía ¡tres mil! Me generó algo parecido a la ansiedad, no voy a mentir, pero es un gran recurso. Esto es para todos, y como mujer sí, muchas veces es más difícil, porque en los programas con panelistas tenés una mujer cada cuatro hombres, pero justamente hay que aprovechar las redes para visibilizar el contenido. Hoy es mi principal ventana de salida.
-¿Cómo te posicionás respecto a la creciente tendencia de consumir música en plataformas en detrimento del formato físico?
No sé si considerarme melómana, aunque con respecto a los formatos estoy laburando con algunos colegas de la facultad sobre un programa que rescate la costumbre de los vinilos. Creo que ahí ya dije todo. Igualmente vuelvo a lo mismo. Es aprovechar los recursos. Extraño el sonido que te permitían otros formatos, pero hay música que acá nunca traerían, y en las plataformas las puedo conocer. Ahora que vuelven algunos vinilos, no es posible comprarlos todos. Sí puedo escuchar el material y decidir qué me gustaría escuchar con esa calidad única.
-También sé que sos una gran amante de los libros. ¿Dónde nace tu alma lectora? ¿Cómo se traslada a tu escritura?
Nuevamente lo trillado, pero principalmente de mi mamá. Ella es psicóloga, y terminaba la carrera mientras yo crecía. Mis primeros recuerdos son de mis dos o tres años y solamente veía a mi mamá leyendo. También aprendí de mi papá y mi abuela a contar. Porque cuando me leían prácticamente actuaban, y esa combinación de la lectura constante, más la lectura con interpretación, fue sembrando algo en mí. Creo en realidad que quienes leemos con ganas tenemos un germen escritor en latencia. Pero además yo de chica era terriblemente introvertida. Si hice teatro, hasta canto un tiempo, fue para ir rompiendo un cascarón que me pesaba mucho, pero mientras tanto tenía que expresarme, así que, en mi adolescencia sobre todo, me fui en varios cuadernos. Admito que la costumbre de los cuadernos nunca la perdí. Tengo un par a mano ahora mismo.
-¿Una anécdota acerca de tu profesión que recuerdes especialmente?
En una oportunidad participé de un homenaje que le hicieron a Badía un grupo de estudiantes de Producción, «Domadores de ideas». Fue para cuando hubiera cumplido 72 años. Yo ya había colaborado con edición y un par de columnas, y como sabían que me gustaba escribir me encargaron un par de escenas. Esa experiencia fue reveladora, porque tenía que guionar un par de escenas de él como estudiante del ISER. Y al principio me parecía falso por el modo de hablar. Pensé en mis abuelos, en películas, y lo fui construyendo, aunque todavía lo sentía «plástico». Sin embargo cuando llegó el momento de la representación, lo interpretó un estudiante más avanzado (ahora colega), y realmente le dio toda la vida. Recuerdo emocionarme muchísimo en el estudio de radio por sentir que ese texto terminaba de ganar todo lo que le faltaba en esa oportunidad. Aunque parezca mentira, analizándolo a la distancia, ese momento me marcó definitivamente. Hace unos años, cuando rendía los últimos exámenes, una profesora nos pidió que leyéramos un texto a elección. Yo había elegido un fragmento de Antes del fin, de Sábato. Y recuerdo que leyéndolo sentía que me quebraba, pero volvió esa experiencia a mi mente y me dije «Tenés que seguir». Fueron tres momentos en que casi me quiebro pero seguí igual. Estábamos en aislamiento y vi de reojo que un par apagaban las cámaras. Después uno de ellos me dijo «Apagué porque me ganaste, me emocioné mucho». En ese momento me di cuenta de que dos años atrás no nos había «hecho emocionar», sino que él había sentido esa emoción pero la había aprovechado en la performance para alimentar la interpretación. Al fin y al cabo esa experiencia, además de ser algo valioso, me había hecho definir un objetivo profesional: conmover.
-Luz, contale a nuestros lectores dónde y cuándo pueden escucharte.
En este momento estoy en La Maja, 91.7, oficialmente los miércoles de 14 a 17 horas. Como es muy acotado (hago otras actividades y no podía comprometerme realmente a más) voy agarrando algunas horas haciendo reemplazos, y así estoy más tiempo a la semana, pero es un misterio cuando. Les cuento que estoy en IG como @locutoraluzri, ahí voy compartiendo cada vez.

LUZ IRIBARNE RÍOS EN PRIMERA PERSONA
Como diseñadora de imagen y sonido participé del largometraje «Paloma» (2017). Como locutora, durante la formación en el ISER, colaboré con el proyecto de Producción «Domadores de Ideas» como editora, después columnista, y guioné parte de un homenaje a Juan Alberto Badía. Colaboré en una serie de programas del proyecto «Aunando Artes» (proyecto cultural iniciado en 2012 por Cecilia Rodríguez y reconocido por Teresa Parodi). Fui columnista, y un par de veces co-conductora en el programa «Tampoco es tan tarde» (parte de las prácticas de radio de la cursada). También participé de «Tango en Zapatillas», un programa extracurricular, como columnista y después co-conductora. Este programa se realizó en la presencialidad y después iniciada la pandemia, lo hicimos online (las últimas dos temporadas quedaron disponibles en Spotify). Una vez recibida me uní a Periodismo Adaptado como columnista de Literatura para la emisión de Radio Power (San Fernando) y después fui locutora de piso en la emisión de Almirante Brown. Esto continuó durante el 2022. También formé parte del podcast «Cuerpas», que fue un proyecto internacional, con entrevistas a escritoras de Latinoamérica en distintas partes del mundo. Éste último aún no está disponible en plataformas de audio aunque sí está disponible en Youtube. Fue coordinado por Teresa Orbegoso, quien continúa con la difusión en redes.
Categorías:Conversaciones Siete Artes
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