
«Las Mujeres y el Asesino»
La inagotable fascinación que generan las historias de asesinos seriales no agota su propuesta en Netflix. Dentro abundante catálogo que nos presenta la plataforma más visitada del país, podemos encontrar el perturbador itinerario criminal perpetrado por figuras como Ted Bundy, Jeffrey Dhamer o Charles Manson. Tan disímiles modus operandi, copycats calcados a la perfección, misterios que se diluyen en un frío cajón. Tantos abordajes como miradas posibles. El porqué del fenómeno adictivo que generan estas propuestas y la fascinación -lindante con la mitificación- que despierta tan trastornado proceder es materia de análisis sociológico. Pensemos en el furor causado por un género como el slasher, en el terreno cinematográfico. Lo temible y no comprendido suele generar atracción, y los medios saben bien como cumplir su rol alimentando la fantasía sobre cierto arquetipo colectivo.
Dirigida y escrita por Monica Achache y Patricia Tourancheau, “El Asesino y las Mujeres”, espeluznante y genérica, engrosa la citada lista de preferidas true crime que podemos disfrutar en nuestra pantalla doméstica. Retomando el caso real sobre los asesinatos seriales cometidos por Guy Georges, en la ciudad de París, durante los años ’90, el presente documental analiza el esfuerzo de una mujer policía, bajo la personalísima perspectiva de esta y en revelador testimonio ante las cámaras, en su emprendimiento por arrestar al apodado La Bestia de la Bastilla. No es un abordaje lineal el que persigue, tampoco pretende apoyarse en el factor de impacto morboso, sino en dilucidar la clave misógina que replica, en múltiples coordenadas históricas, culturales y sociales, a seres tan monstruosos como conscientes de sus actos.
No fue sencillo atrapar al culpable. Los avatares que atravesó la investigación incluyeron un período de interrupción, causado por la trágica muerte de Lady Di, justamente en la urbe parisina, en el verano de 1997. En adición, el hecho de que no existiera base de datos informática ni seguimiento por rastros de ADN (en abierta crítica a un sistema institucional completamente arcaico) complejizaba aún más la tarea de dar caza al criminal, descripto por el cuerpo psiquiátrico que lo estudiara, luego de su detención, como un psicópata narcisista descripto. Capturado en 1998, Georges fue condenado -sin posibilidad de libertad bajo fianza- a la pena de cadena perpetua, por secuestrar, violar y asesinar a siete jóvenes, entre 1991 y 1997.

«Las Mariposas Negras»
Adictiva cautivante e ingeniosa, “Las Mariposas Negras” posee la fórmula perfecta para distorsionar el thriller sobre asesinos seriales. Endiabladamente enreverada e interesante, nos trae la historia de un novelista en busca de su próximo trabajo como escritor fantasma. Un inesperado cliente, presto a redactar sus memorias confiesa repulsivos asesinatos. El joven y ambicioso autor intenta darle formas a un oscuro rompecabezas, viéndose pronto confrontado por su propio turbio pasado. Con dirección y guión compartido por Bruno Merle y Oliver Abbou, colores retro sientan las bases estéticas de una perfecta ambientación de época, surcando los años ’70 y llevándonos de paseo a través de saltos temporales e inhóspitas carreteras.
Las víctimas se convierten en cruento fetiche, la piedad brilla por su ausencia, asesinar parece un sencillo pasatiempo.Se salpica nuestra pantalla con abundantes dosis de sexo, rabia, pasión…y objetos contundentes al alcance de la mano. La estimulación puede provenir de lúgubres deseos. Perturbadora, gráfica y explícita, “Las Mariposas Negras” nos ofrece, a lo largo de sus siete capítulos, una vorágine de crímenes que recuerda al antecedente real llamado “Los Asesinos de los Corazones Solitarios”, una pareja de criminales en serie que proliferó en Estados Unidos a fines de los años ’40. La narración se desenvuelve como una auténtica caja china, vinculando una tercera línea argumental con la investigación policial propiamente dicha, aspecto que eleva a la enésima potencia la concepción del dueto criminal modelo que funge como precedente, posteriormente adaptada al cine por Leonard Kastle (1969) y Arturo Ripstein (1996). Este émulo de los infaustos amantes (aquí protagonizado por Axel Granberger y Alyzée Costes) acabará saciando su apetito sexual en igual medida que consumando una auténtica carnicería.
“Las Mariposas Negras” ejerce una puesta en abismo en menú por completo atractivo para los fervientes fans del género. Incluso pecando de alguna vuelta de tuerca de más. ¿Quién lo diría? Lo truculento siempre encuentra lugares más escabrosos donde retorcerse. En comparación, «Bonnie & Clyde» se parece más a un juego de niños.
Categorías:La Pantalla Seriada
Gracias Maxi por tan buenas reseñas. Abrazo !!!
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Carlos, el agradecido soy yo por tu atenta lectura de siempre
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