
“Johnny Hallyday: Beyond Rock”
Con dirección compartida por Alexandre Danchin y Jonathan Gallaud, el documental “Johnny Hallyday: Beyond Rock” nos trae una mirada íntima y despojada de toda compasión, con clarificadoras intervenciones del propio protagonista. Inagotable resulta el abordaje biográfico a personalidades de la música, un subgénero al que Netflix ha brindado profuso interés en su catálogo, a través de, por ejemplo, series de la estirpe de “Re-Mastered”. Es aquí el objeto de estudio una figura emblemática de un género proveniente del habla inglesa, pero cuya pertenencia nos lleva al corazón de la cultura francesa. La vida del ícono Johnny Hallyday ofrece nuevas facetas de exploración a través de entrevistas y material de archivo, su figura emerge imponente. Carismático y precoz figura de culto, dueño de movimientos de caderas marca registrada; querido artista que causara un furor inédito, a su aparición en la TV francesa, con solo diecisiete años de edad, en 1960.
Una superestrella de fulgurante ascenso, que impactara el mundo de la radio, vendiera más de cien millones de discos y acopiara fans en recitales multitudinarios. Una leyenda de sino trágico, gestora de una existencia impúdica, Hallyday engendró la llama incandescente de aquel poder sulfúrico que impactó de lleno en el siempre efervescente panorama cultural galo, fallecido por un cáncer de pulmón, a los 74 años. Luego de unos inicios que hundieron sus raíces en el rock, el performer prosiguió su trayectoria indagando en la moda proferida por la música ligera de los años ’80, tiempo antes de llevar a cabo un triunfal y feliz regreso al blues y al rock de pura cepa, en los últimos años de su vida artística. Pero, ¿quién fue en verdad el Elvis francés? La docuserie, en tal sentido, nos ofrece la última versión de una incorregible estrella y en sus propias palabras.
Su influencia permanece intacta en la sociedad francesa, mientras en el metraje perviven los excesos de una vida transitada al límite, expuesta con suficiente dosis de morbo: accidentes en la vía pública, matrimonios tormentosos, escándalos mediáticos. Curiosamente, quien siendo un impetuoso joven encarnara el incipiente movimiento del rock y, a las postrimerías de su carrera fuera condecorado con la Legión de Honor en 1997, lega, asimismo, un nutrido tránsito por el arte cinematográfico: participó en docenas de películas, emulando a su idolatrado nativo de Memphis. Una extraña mueca nos devuelve el rostro de un ser sensible y atribulado. Nos interroga el presente material acerca del aspecto que el malogrado artista aborrecía de su expuesta popularidad. Consagrado a un acto de supervivencia a la altura del mito, su estrepitosa caída se reprodujo en dimensiones de portada de tabloides.
“Running With the Devil: The Wild World of John McAfee»
Se nos trae la presente serie la historia de un personaje excéntrico, nacido en Escocia, en 1945. Fundador y programador de la empresa que lleva su apellido, gestó el famoso antivirus que millones de usuarios alrededor del globo portaron en sus computadoras personales. Un pionero absoluto, siendo el primero de su clase en distribuir este tipo de software en versión shareware, a las puertas de la era digital. Blanco perfecto de hackers y estandarte de la seguridad informática, capaz de acceder a los secretos confidenciales de las altas cúpulas de poder. Gestor de una vida turbulenta y sin freno, tal como titula el presente ejercicio, su existencia arroja considerables zonas grises: la dudosa muerte de su padre, la presunción de asesinato sobre su vecino y una huida desesperada que reabre el debate sobre sus últimos días, a la altura de lo desconcertante de semejante mito delictivo.
Se trata del magnate informático que convirtió su vida en un reallity show con destino de documental, quien acabó siendo víctima de la paranoia que alimentó su ego, hasta consumirlo. Este largometraje documental, producido por Netflix, nos adentra en la oscuridad de un ser fuera de control y cabales. El epíteto de ‘vida de película’ no podría calzarle mejor, ni causarle mínimo pesar, riéndose del propio prontuario: espía, prófugo, evasor impositivo y perseguido por la Interpol. De sus labios brotan palabras que no pretenden impostar timidez alguna. Su mirada, intimida. Santo o demonio, recluido en el corazón de las tinieblas de la selva centroamericana o burlando la seguridad de aeropuertos y fronteras, Mc Afee firma a pie de página el guion de una obra maldita. Un proscrito con captura internacional y digno de aspiraciones políticas. ¿El último héroe americano?
Las mil caras de John McAfee se nos revelan sin miedo al ridículo; la duda se instala con suspicacia: ¿fingió este hombre su propia muerte? Debajo del disfraz, asoma una cuestionable reputación que elucubra su próximo plan de escape y traza lazos financieros con carteles del narcotráfico. Con dirección de Charlie Russell, “Running With the Devil” nos alerta sobre la peligrosa magnitud de una existencia polémica, mitómana, maníaca y plagada de claroscuros. Jamás en abstinencia de factor riesgo, con armas humeantes bajo su cinturón y un cargamento de drogas desparramadas sobre la mesa de un yate subastado, la controvertida figura de este narcisista y aspirante a playboy, lo suficientemente astuto como para escabullirse de la ley con llamativa facilidad, cobra forma dantesca. “Running With the Devil” es el imprescindible diario audiovisual de un megalómano.
«Los Diarios de Andy Warhol»
Netflix apuesta cada vez más fuerte a contenidos referidos a la historia del arte, (acaso podemos indagar en títulos recientes como “Esto es un Atraco”, “Made You Look” y “Abstract”). Material generador de profuso interés al momento de adentrarse en recortes biográficos, es así como nos llega esta docuserie basada en los diarios del artista plástico Andy Warhol, producida por Ryan Murphy, un abonado a la plataforma en múltiples labores de creación y realización. Aquí se nos ofrece, en formato seriado, una mirada microscópica sobre tan poliédrica figura, a partir de las observaciones personales publicadas, en 1989, por su secretaria y amiga Pat Hackett, y contando con el testimonio de personas allegadas al entorno del genio. “Los Diarios de Andy Warhol” descubre el lado más íntimo del referente mayúsculo del popart, gracias a registros sonoros conservados que consiguen recrear su voz con inteligencia artificial, en uso aprobado por The Andy Warhol Foundation.
Un total de seis capítulos, de una hora de duración cada uno, nos adentran en las inseguridades y debilidades del creador de un personaje icónico y pintoresco, cuya relevancia rebasó las propias fronteras de su territorio de exploración artística. Tal abordaje persigue reconstruir la figura del vanguardista creador visual y realizador cinematográfico, explorando su peculiar identidad sexual en favor del críptico personaje que forjara a ojos del público, y no temiendo manipular objetos personales de antigua pertenencia. El debate ético está abierto; la exposición del ámbito privado no deja límite por traspasar. Con carácter anticipatorio, Warhol se pronunció tiempo atrás acerca del amarillismo periodístico. Aquello que rodea al fotógrafo, escultor y serigrafista, levanta polvareda y sus elecciones personales parecieran quebrar, a de modo sistemático, todo verosímil concebido. Su estrafalaria vida ejecuta el enésimo vuelco dramático y no exento de morbo; el metraje inspecciona la incidencia que en su ánimo y espíritu supusiera el terrible atentado acaecido en 1968. Imaginemos a Warhol en la era de las redes sociales.
Es menester, para comprender las motivaciones del arte generado por semejante precursor, el conocimiento adquirido sobre sus auténticas motivaciones, evidenciadas aquí sin tapujo alguno. Warhol deconstruyó la propia esencia de una cultura de masas hiper estimulada por los medios masivos de comunicación, víctima del acto más valiente y revolucionario que pudiera emprender jamás. Curiosamente, la ironía acerca de lo banal y lo meramente decorativo, sobre cuyos principios el nativo de New York edificara una obra que atravesó la cultura del siglo XX, el documental traza una parábola hecha de paradojas. Se dibuja la silueta sobre el lienzo y lo artificial del consumismo pop convive con conceptos religiosos y una particular visión sobre el ámbito vincular que lo rodea. La llamativa relación que estableciera con la muerte, como incandescente elemento creativo, resulta, francamente, un aspecto no menor. Rechazado en los círculos artísticos más conservadores, Warhol hizo de su imprevisibilidad el instrumento para validarse como un adelantado a su tiempo. Un gurú de la modernidad, capaz de convertirse en el eslabón que enlazó la bohemia intelectual con la aristocracia urbana.
Categorías:La Pantalla Seriada
Deja una respuesta