ALTA FIDELIDAD: Especial «AMEL». Por Maximiliano Curcio

EN TU SANGRE, AMOR ASCENDENTE

En la casa Spinetta, allí en calle Arribeños, se respiraba arte, poesía y rock desde fines de los años ’60, cuando el inolvidable y amado Luis Alberto comenzaba a dar sus primeros pasos en la música. Gustavo, su hermano cuatro años menor, acompañó al Flaco en la grabación de “Artaud” (1973), mítico álbum de nuestro rock nacional. Porque mañana es mejor, los vínculos musicales entre los Spinetta prosiguieron y así fue como entrada la década del ’90, Gustavo, quien también dedicara años de su vida a su labor de escultor, integró la formación de IKV, en batería y percusión. Debieron transcurrir varios años más, hasta que, en 2006, Gonzalo Pallas, hijo de Ana, funda un proyecto musical junto a su tío, haciendo realidad el sueño de miles de zapadas en el seno familiar. Había nacido “Amel”, y su nombre homenajeaba a un querido gato persa.

Desde el under porteño, un brillante haz de luz iluminaba los escenarios, llegando incluso a presentarse en festivales multitudinarios a nivel nacional, como Cosquín Rock, Ciudad Emergente, Pepsi Music o Personal Fest. Producidos por el mítico Tweety González -tecladista y programador de Soda Stereo-, a mediados del 2010 comenzaron a grabar su primer disco, en los estudios El Pie y La Diosa Salvaje, siendo posteriormente editado en 2012. En el homónimo «Amel» subyacen un concepto de imágenes posibles. De tío Luis, Gonzalo aprendió los acordes raros, las métricas irregulares y los solos improvisados, de esos benditos que parten en dos a una canción. Aquí, sus eximias capacidades como compositor e intérprete adquieren peso propio. Inspirado y sublime, el álbum se amolda a melodías que fusionan rock, jazz y folk. Hecha de poéticos trazos surrealistas, ante nuestra mirada se erige una escenografía que oxigena la escena vernácula. Metafóricamente, un radiante oasis en medio del desierto nos hará volver a creer. La memoria, esa flecha impiadosa, recuerda a un abuelo que partió («Abuelo»), mientras el alma anda descalza («Me Voy a Transformar»). Encapsulamos el sonido y como quien lanza una botella al mar disparamos canciones para aliens hacia el espacio sideral. El vuelo es planetario, ya no existen bandas como Amel. No me digan que esto no es realidad.

Luego fue el turno de “2853” (2015), grabado en Estudios El Pie, producido por Pablo Di Peco, masterizado por Andrés Mayo y financiado de modo colectivo. Un disco doble que refrendó una apuesta conceptual y estética atractiva, conformada por diecinueve canciones en casi idénticos lados A y B; en lo individual observamos igual números de sensibles pinturas emocionales comprometidas con el mundo que las vio nacer y, en su conjunto, valiosas piezas de una arquitectura melódica de infrecuente hallazgo en nuestro medio. El ADN Spinetta se filtra en cada acorde, se nos revelan inquietudes alrededor de fantasmas del desamor, la crítica social y el compromiso ecológico ; la poesía consuma el ritual acto de alquimia. Nominados por este trabajo a los Premios Gardel, fueron premiados por A.M.I al “Mejor disco del año”. Con profundidad y elaborada lirica, la imaginería sueña viajes en el tiempo, reencarnaciones, niños índigo y colores en el cuerpo. Hay veces en que la distopía gana la partida: nada más terrorífico que el miedo devorando el amor. Pasado presente y futuro ya son una línea indivisible, Amel hace camino y el punto de partida nace en Bajo Belgrano, ¿dónde sino?. Retrato del barrio, pinta tu aldea y…suena «Arribeños». Y, hablando de familia, nada menos que Dante y Valentino Spinetta participan en rap, coros y guitarras de «Suban a la Nave». Un nuevo paradigma renueva lo viejo que podrido está.

Con una década de trayectoria a sus espaldas, lazos sanguíneos fortalecen el universo Spinetta y la banda emprende rumbo directo a su tercera placa, registrada durante 2017, a medio camino entre La Diosa Salvaje y Twitin Records, junto al ingeniero de grabación Pablo di Peco. “Las Cosas Pasan” (2019) posee romántica visión, filosófica reflexión, sentido de la belleza y abundantes dosis de rock, jazz y funk. <<La sustancia es el amor, es momento de resistir>>, canta Gonzalo, mientras, en media hora de duración, resulta plasmado un impecable trabajo que sintetiza y fortifica los preceptos ético-estéticos que representan al quinteto. En nuestros oídos, replican múltiples texturas, y más pronto que tarde nos teletransportaremos. Es preciso no mirar atrás, los ecos de la magia spinetteana llegan hasta hoy con la misión de salvar al mundo. Sinfonía para los sentidos, la placa fue presentada en la live session del mes de abril de 2019, en Pie Recording Studios. Integrado, además, por Francisco Zunana en guitarra, Pablo Castagneris en bajo y Lautaro Balestra Martínez en teclados, el grupo pareciera alcanzar aquí su cénit creativo. En tiempos donde quien excede las reglas de la convención hace la excepción, “Amel” constituye un auténtico tesoro de nuestra música. Ese que siempre volvemos a escuchar…



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