Especial: «EL MÉTODO KOMINSKY». Por MAXIMILIANO CURCIO

Un actor de edad avanzada (Michael Douglas), quien gozara de una pequeña fama en Hollywood y ahora se dedica a enseñar actuación a un grupo de jóvenes aspirantes, es el eje de esta historia creada por el experto Chuck Lorre. A lo largo de cada capítulo, Douglas interactuará con su agente y mejor amigo (Alan Arkin), quien le hiciera acreedor del único Premio Tony que ostenta en su haber. Bien cabe preguntarnos, ¿dónde quedaron los sueños de gloria del actor ahora devenido en coach Sandy Kominsky?

La última comedia dramática de Chuck Lorre, que estrenara Netflix hace exactos cuatro años, aborda la tercera edad dentro del mundo actoral y sus múltiples contingencias. Lorre, creador de las series “Two and a Half Men” y “Mom”, colabora por segunda vez con la popular plataforma de streaming luego de “Disjointed”, una serie encabezada por Kathy Bates y estrenada durante 2017. La figura otoñal de viejas glorias que encarnan la dupla sirve aquí como marco para reflexionar sobre el paso del tiempo, el espíritu vocacional y la industria audiovisual. Una forma de reivindicar que los grandes actores, como el buen vino, mejoran con el tiempo; y espejándose tal matiz bajo la piel del veterano Kominsky, haciéndose cargo de su propia mortalidad, de sus fracasos en el medio y de sus deberes como padre.

Valiosa mirada en épocas donde lo predominante vislumbra un mercado pensado por y para jóvenes, que tiende a conectar cada vez menos con personajes que doblan la edad de quien se visiona como condimento central de un relato. Sin embargo, los objetos de colección, argumentará Kominsky, ya no se acumularán en aquel cajón donde no molesten. Es por ello que, la serie, también puede apreciarse como una reflexión sobre la amistad en tiempos difíciles. El autor de “The Big Bang Theory” proyecta sobre su flamante trabajo una carga moral. La sensación de soledad que experimenta el personaje de Douglas resulta palpable, tanto como la incertidumbre ante la finitud de la vida. No obstante, miedos arraigados se enfrentan con una enorme sonrisa.

Humor y parodia constituyen las marcas autorales de Lorre; un balde de agua fría en plena cara para el desprevenido espectador. En “El Método Kominsky” no faltarán el patetismo y la ironía para retratar a un actor teatral reciclado por la modernidad de los tiempos bajo el modelo de formador de nóveles intérpretes. Se indaga con profundidad, más no con solemnidad, mientras la vida emocional de Sandy se resquebraja, sus enseñanzas dictadas cobran valor de revelación: ¿qué significa realmente actuar?, ¿qué define a un método?, ¿qué es la búsqueda interna? Solo un buen maestro sabrá alumbrar el camino correcto…aunque su vida personal se desmorone a pedazos.

Michael Douglas, estrella brillante y añeja, concreta, de esta forma, su triunfal regreso al ámbito televisivo en donde su carrera, con su participación estelar en la serie “Las Calles de San Francisco”, durante la década del ‘70. Con un Oscar en su haber por la producción de “Atrapado sin Salida” (One Flew Over the Cuco’s Nest, 1975), el notable intérprete cimentó un legado en Hollywood que coronara con su recordado papel de Gordon Gekko en “Wall Street” (1987). Sin embargo, completamente abocado a su vocación cinematográfica, Douglas no había vuelto a colaborar para un proyecto de TV. Es por ello que, el presente suceso otorga nueva vida a su icónica carrera, amparada en la obtención de un Premio Golden Globe por el rol recientemente encarnado.

Douglas y Arkin son dos antagonistas que se completan el uno al otro. Si fuera una película sería una deliciosa buddy movie, lo cierto es que “El Método Kominsky” saca provecho de las complicidades y roces que surgirán entre un actor y su agente, y lo hace con sutilezas; su fino humor se permite reflexionar -metafórica y literalmente- acerca de cuestiones existenciales: un actor que se percibe como la sombra de la estrella que supo ser, al tiempo que se pregunta cómo lo recordará el ambiente, si es que acaso se lo recuerde. La ficción suele derribar ciertas paredes y límites preconcebidos. En este sentido, el poder de identificación del publico resulta imprescindible para con ambos personajes, regalándonos sendas masterclass de actuación.

Dos menciones finales como datos de color: Douglas y Arkin ya habían colaborado juntos en “Fin de semana de Locos” (Wonder Boys, 2000) dirigidos por Curtis Hanson. Y, por otra parte, resultó grata la participación especial de Danny De Vitto (en el rol del Dr. Wexler), antiguo partenaire de Douglas en sendos films emblemáticos de los años ’80: “La Guerra de los Roses” (War with the Roses, 1988) y “La Joya del Nilo” (Romancing the Stone, 1986).



Categorías:La Pantalla Seriada

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