Alta Fidelidad / Especial de RICHARD COLEMAN. Por MAXIMILIANO CURCIO

LAS MIL CARAS DE UN CREADOR PROLÍFICO

Richard Coleman es un estandarte de nuestro rock nacional. Su talento nos fue revelado en la escena under porteña que se abría camino, entre el post punk, el rock alternativo y la new wave, allá por comienzos de los años ’80. En aquel entonces, ser dark era estar a la moda y un joven Coleman, de inquietudes estéticas y musicales sumamente sólidas y precursoras, grababa su nombre en dorado para una década que despertó, efervescente, a la nueva era de nuestro rock. Su senda se cruzó con otras leyendas contemporáneas como un consagrado Charly García o los ascendentes Andrés Calamaro y Ulises Butrón.

Dos discos registrados con Fricción (“Consumación o Consumo”, “Para Terminar”) y seis junto a la formación Los 7 Delfines (“L7D”, “Nada Memorable”, “Desierto”, “Dark”, “Aventura”, “Carnaval de Fantasmas”) constituyen apenas una porción de su vasto legado. Incansable compositor, colaboró profusamente en proyectos musicales de Soda Stereo y Gustavo Cerati, dejando allí su marca indeleble de bastión sonoro. Una sólida columna vertebral. En 2011, lanzó su carrera solista, que, a la fecha, cuenta con un material de impecable factura: “Siberia Country Club” (2011), “A Song is A Song, Vol 1” (2012), “Incandescente” (2013) y “F-Á-C-I-L” (2017). La riqueza melódica, la profundidad lírica y un profesionalismo ético-estético inquebrantables han sido una constante en su discografía.

A mediados de 2021, el guitarrista estrenó su nuevo simple, “Humanidad”, como ejemplar de su más reciente cosecha de canciones, y, en la medida que la actividad musical regresó a la normalidad luego del en extremo difícil trance que representara la pandemia, hiato que impactara de lleno sobre la escena cultural, pudimos volver a disfrutar de su música en formato unipersonal. Coleman nos regaló una serie de presentaciones en Café Berlín (diciembre de 2021), La Tangente (enero de 2022) y Bebop (febrero de 2022), en todas ellas renovando el repertorio. Un incansable experimentador como Richard, en compañía de su guitarra eléctrica, despoja con artesanía viejas y nuevas composiciones, ante la atenta escucha del público. Entre improvisaciones se descubre la belleza de nuevas texturas exploradas, que nos llevan de paseo por su vasta obra (“Hamacándote”, “Cómo la Música Lenta”, “Corre la Voz”, “Cuarto Secreto”, “Estoy Azulado”), además de recordar al siempre añorado Gustavo Cerati (“Naturaleza Muerte”, “La Excepción”, “Uno Entre Mil”) o reversionar clásicos del rock internacional que ya ha hecho propios (“Héroes”, “Wild is the Wind”, “To Bring You My love”).

Su versatilidad a la hora de surcar diversos caminos con el rock como común denominador, también lo llevó a formar parte de la última experiencia en vivo de Soda Stereo (la postergada e itinerante gira latinoamericana 2020-2022 de “Gracias Totales”, cuya cobertura en la revista pueden leer en: https://revistasieteartes.com/agenda-cultural-semanal/). En paralelo y a puro vértigo, la maquinaria de perfecto andamiaje y potencia, que a altos decibeles despliega El Trans-Siberian Express (junto a Daniel Castro en bajo, Diego Cariola en batería, Gonzalo Córdoba en guitarra y Bodie en teclados), colmó nuestras expectativas en sus presentaciones en La Trastienda (octubre de 2021), Quilmes Rock (abril de 2022) y en Studio Theater de Córdoba (julio de 2022), próxima a presentarse en la localidad de Avellaneda en el mes de agosto.  

En las últimas semanas, Coleman fue nuevamente noticia dentro de nuestro medio, con motivo de la reedición, a su 30° aniversario, de “L7D”, gracias a la gestión de Animal Records. Asimismo, el artista fue anunciado como invitado especial a la nueva edición de la “Ultrabit XPerience”, con un show acústico en Londres y un encuentro íntimo en la Embajada Argentina. Tal reconocimiento representa la clase de estima que despierta un artista que contagia inagotable entusiasmo y sensibilidad.

Hacia los ’80, el vanguardismo dark irrumpía como sello estético, sonoro y visual, en tiempos hermosos donde la luz de la libertad -nada más lejos de la oscuridad- recobrada alumbraba las ardientes calles porteñas. Richard Coleman supo ser testigo y protagonista excluyente. Un paradigma, desde entonces hasta hoy, de aquellas búsquedas estéticas y dueño de un presente de incesante labor, entrega y energía, dispuestos a crear melodías que silbamos con los labios rojos…haciéndolas nuestras, por supuesto..



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