ESTRENOS: Más novedades en la cartelera cinematográfica de marzo. Por MAXIMILIANO CURCIO

MORBIUS – Puntaje: 3

Nueva película de Marvel a través de la plataforma Sony, y retorno a la gran pantalla del cine super heroico de franquicia que jamás agota…¿su encanto? Universo paralelo que se expande, equiparándose con el estilo de propuestas que abunda en la cartelera, en la variación no está el gusto. Desde el archivo empolvado de “Amazing Spiderman” (“Morbius” nació en 1971) surge el enésimo abordaje al cine que comulga con las referencias del cómic creado por Roy Thomas y dibujado por Gil Kane. Se sitúa en la línea de “Blade” o “Ghost Rider”, recurriendo a la siempre grandilocuente puesta de Daniel Espinosa, el director de “Life” (2017). El vampirismo reinterpretado bajo mediocres pretensiones escasea en calidad y cantidad de ideas que no equiparan la espectacularidad digital. Con un dejo de “La Sombra” (1994), de Russel Mulcahy y otro tanto de un estilo que referencia a “La Liga de los Hombres Extraordinarios” (2003), canto de cisne de Sean Connery, nos trae este film la abundancia de habilidades sobrehumanas y búsqueda de sangre para sobrevivir. La trama familiar que ha sido contada infinidad de veces, en libros, films y series, desde “Drácula” a “Twilight”, encuentra la fórmula para renacer. A cien años del estreno de “Nosferatu” (F.W. Murnau), la afrenta parece una herejía. El menú nos ofrece un villano y un antagonista. No hay héroes puros aquí, solo conflictos de moral desdibujada. La dinámica de rivalidad entre ideologías está en marcha, como público sentimos compasión. El dúo actoral no está nada mal; Matt Smith intenta aportar carácter y lo logra, mientras que el carisma de Jared Leto lo convierte en un fiable protagonista que puede cargar el peso entero de un film, como lo demostrara en The Outsider” (2018). ¿Qué puede diferenciar a “Morbius” del resto de sus sucedáneas? La ausencia de una personalidad auténtica. Huellas de una tibia propuesta saturarán el metraje de escenas prescindibles y flashbacks francamente innecesarios.


LA RUEDA DE LA FANTASÍA Y LA FORTUNA – Puntaje: 6

Dirigida por Ryûsuke Hamaguchi, realizador japonés recientemente galardonado en los Premios Oscar por “Drive My Car”, confluye aquí tres historias diferentes, protagonizadas, en mayor grado, por personajes femeninos. La mirada de mujer omnipresente abundará en vínculos afectivos que, en su independencia individual, poseen un hilo conductor insoslayable. Cineasta de profusa trayectoria, Hamaguchi se volvió conocido en occidente gracias a “Happy Hour”, apostando aquí por reflejar instantes de una vida escenificados con espíritu poético y una intervención minimalista. “La Rueda de la Fantasía y la Fortuna” es una historia sencilla de magia intrínseca, que descansa en la potencia de la sensación. Transitan la pantalla personajes que guardan aspectos de su pasado por clausurar; los pesos se acarrean hasta quebrarnos, las heridas no acaban por cicatrizar. Hay en el presente episódico film un dejo del cine de Eric Rohmer. Podemos constatar cierta búsqueda formal concreta en una estética y fotografía naturalistas, que persiguen un matiz orgánico. La cámara intimista maneja el ritmo narrativo adecuado, camino a la profundidad reflexiva. La vida es una metáfora del propio artificio orquestado. La profundidad de este film oriental, lejos del clasicismo nipón, dialoga en el ir y venir cronológico. Los monstruos sagrados Rossellini, Kiarostammi y Linklater conviven entre planos suspendidos que anulan toda superflua acción. Solo importan los gestos y la autenticidad de un sonido que nos referencia tiempo y espacio, mientras las conversaciones entre personajes van incrementando la noción de aspectos particulares. Se lleva a cabo un problemático recorrido a través de la naturaleza de ciertas dinámicas sociales. Destaca, con sensibilidad, el abordaje al deseo de una mujer contemporánea sin anhelos de maternidad. La obra apuesta, con desigual acerito, a una intensidad filosófica que da cuerpo a la conquista cinematográfica con un tono casi mimético.


PUNTO ROJO – Puntaje: 4

El director de “Diablo” (2011), “Kryptonyta” (2013) y “El Club de los 27” (2018) se ha vuelto con los años un realizador de culto, para los estándares que cultiva cierta cinefilia de nuestro. Nicanor Loreti ha sabido mixturar, la ciencia ficción, lo fantástico, lo absurdo, el policial y la acción. Su cine se puebla de héroes y villanos, con claras influencias de la literatura y el cine de género americano. Sus películas suelen ser relatos corales, y en ellas se filtra una estética de cómic abrevada con un humor bizarro. Loreti utiliza abundante cámara en mano, persiguiendo un cine realista. También flashbacks y suculentas dosis de humor negro. Así, ha labrado una imagen que le continúa favoreciendo de modo redituable. Para quien comenzara desarrollándose en el periodismo cinematográfico, el presente representa su octavo largometraje. En “Punto Rojo”, estrenada en el último Festival de Cine Internacional de Mar del Plata, se combina la inventiva visual del cineasta con su faceta narrativa más disparatada. Si bien el film extrae de las locaciones elegidas virtudes y sentidos que puedan otorgarle funcionalidad a su puesta en escena, el resultado no se vislumbra del todo homogéneo. La semilla original desde el cortometraje “Pinball” desemboca en un producto en donde lo excesivo prescinde de cierta lógica. Este policial conurbano con guiños al cine de Quentin Tarantino y Guy Ritchie adapta el concepto a la forma, no sin cierta pretensión. Cómodo en su hábitat predilecto, la reputación de Loreti como cineasta salvaje añade una página a su irregular leyenda.


LOS OJOS DE TAMMY FAYE – Puntaje: 5

Historia de extraordinario ascenso, esplendor y caída para la conflictiva telepredicadora que otorga título al film. Figura que gozara de gran popularidad, merced a su mensaje de amor y tolerancia…¿enmascarado? No obstante, una serie de rivalidades, intrigas y fraudes financieros acabaran por mellar su imagen. Un personaje polémico, fallecido en 2007, aquí objeto de revisión bajo una mirada cómica y ágil. Kilos de maquillaje borran todo rastro de la naturaleza original de Jessica Chastain, reciente ganadora del Premio Oscar por el presente papel. Una historia que no está a la altura de semejante interpretación, en detrimento al lado oscuro tibiamente sugerido. El film persigue la simpatía y recurre a la sátira; vemos un personaje extravagante, exuberante y colorido. Este drama biográfico, dirigido por Michael Showalter, ostenta artificialidad derramándose por los poros. Vestuario, peinado, impostación de voz y expresiones faciales resultan indicativos acerca de la aproximación de una actriz hacia un personaje real. Una actuación imán de esas que la Academia adora premiar. Peca la película al no ambicionar la exploración concienzuda acerca de la industria que sostiene una orquestada estafa. El resultado es una versión light cómoda en su hipocresía, bajo la seguridad acomodaticia que resguarda toda empatía.



Categorías:Rincón Cinéfilo

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