
«Libertad» de Clara Roquet
Libertad es el brillante debut en el largometraje de la guionista barcelonesa Clara Roquet (10.000 KM, Petra, Los Días que Vendrán). Producida, al igual que sus exitosos cortometrajes El Adios y Les Bones Nenes por Lastor Media ahora con Avalon y la productora belga Bulletproof Cupid, que otorga una dimensión internacional al proyecto, que se tradujo en una selección en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes celebrado inusualmente el pasado mes de Julio. La película permite hacer una crítica considerando la Teoria Fílmica Feminista, ya que la profusión de personajes femeninos protagónicos, de distintas clases sociales, orígenes y edades permite analizar las relaciones entre mujeres de distintas generaciones y cómo interpelan al público. Es un buen ejemplo de cómo integrar la interseccionalidad en el discurso y huir de una postura etnocéntrica y complaciente. Afortunadamente, la experta guionista, expone estos conflictos de una manera sutil y visual, huyendo de la verbalización gratuita o panfletaria o de juzgar a sus personajes. Sin duda, la libertad ha sido la brújula que ha guiado la creación de esta película que destila verano, aventura y naturaleza abriéndose paso.
Libertad es un coming of age o película iniciática, donde las mujeres protagonistas, Nora y Libertad, tienen 15 años; los personajes secundarios son las madres de ambas y la abuela de Nora, matriarca del clan en horas bajas, con un Alzheimer desarrollado. Lo más parecido a «objeto de deseo» es el joven Manuel, al que siempre vemos bajo la mirada deseante de Nora, invirtiendo la tradicional mirada masculina sobre el cuerpo de la mujer. Si bien, la directora no se recrea en el cuerpo del joven, la mirada de Nora denota su interés en Manuel, no por su particular atractivo sino porque es el único chico cerca.
El punto de vista es casi siempre el de Nora. Una adolescente de familia acomodada y colegio privado, que se aburre un verano más en la casa familiar de la Costa Brava, escuchando las batallitas de su abuela demente y aguantando la sobreprotección de su madre. Su principal diversión es jugar al tenis con su hermana pequeña, salir en la embarcación de la familia, que capitanea otro asalariado de la familia, y seguir por teléfono las andanzas erótico-linguales de sus compañeras de colegio.
La trama principal sigue la evolución de Nora y su despertar a la rebeldía adolescente propiciada por la llegada de Libertad, la hija quinceañera de Rosana, la cuidadora colombiana de su abuela. Libertad viene a reunirse con su madre a la que no ha visto en 10 años. Pero Libertad no es una niña dócil y agradecida de que la rescaten. Libertad es una mujer joven decidida a vivir la vida como ella quiere, sin dar cuentas ni a su madre, a la que apenas conoce, ni a la patrona ni a su nueva amiga. Su determinación se mezcla a veces con un instinto oportunista. Es una superviviente y un personaje libre, sin miedos. Y ese afán de experimentar la vida y saltarse las normas se lo transmite a Nora, cuya vida da un giro de 180º cuando Libertad entra en la casa. Y con ella, un soplo de aire fresco que impactará a Nora, e indirectamente a Rosana y a la abuela.
Con Libertad, Nora, por primera vez transgrede las normas de su madre y se queda en el pueblo divirtiéndose con los chicos, entre ellos Manuel, al que conoce por ser el hijo del patrón que guía el barco familiar en las excursiones por la bahía. Monta en moto de paquete, prueba el primer cigarrillo, el primer vodka-limón y con la ayuda del hijo del marino, usan el barco para una travesía nocturna. Todo sin pedir permiso.
Pero con su recién estrenada libertad, llegan los problemas. Primero con su madre y luego con Libertad, la inconformista que desea regresar a su pais como sea. Si Libertad necesita fugarse a Mallorca con Manuel y trabajar de camarera hasta reunir dinero para comprar un billete de avión, lo hará. Nora, supera la decepción de ver a Libertad enrollándose con Manuel, pero se derrumba cuando su amiga le dice que ella es un estorbo en su camino.
Desde la primera escena, en la que Rosana abre las ventanas y desenfunda los muebles, la puesta en escena, y el diálogo manifiestan una obvia diferencia de clases, acecptada por los personajes. Una visión omnipresente en la película que se explicita cuando Libertad tiene que aclarar a Nora que ellas no son «como de la familia», que Rosana no solo cuida y limpia la casa, sino que se encarga de la abuela demente porque ninguno de sus hijos o nietos lo quiere hacer.
Del mismo modo, Nora insiste también con el patrón del barco, diciendo que son casi de la familia. Pero lo hace para ordenar indirectamente que Manuel padre y Manuel hijo asistan a la fiesta en honor a la abuela. Por la injerencia de Nora, Manuel es obligado a desistir del viaje-fuga a Mallorca con Libertad. Nora frustra los planes de su amiga. Nora no era consciente de la diferencia de clase hasta que ha podido usar el privilegio a su favor.
Teresa, la madre de Nora y guardiana de la abuela y de las niñas, es una ejemplo de madre amante pero castradora. Seguramente replicando la educación recibida también transmite la diferencia de clase a su hija, cuando le espeta que desde que va con Libertad y los chicos, parece una cualquiera, a diferencia de la niña obediente que era a principios de verano.
La visión paternalista y colonial está muy presente en Teresa, que se siente muy generosa permitiendo que Libertad se hospede con ellos. Al inicio, como una invitada y finalmente, Libertad tendrá que asumir alguna tarea de servicio doméstico, como represalia por su osadía y en un afán por devolverla al mundo en el que se espera que se asiente. Teresa, para compensar la esclavitud a la que amable y gentilmente somete a Rosana, a la que no deja ni comer tranquila sin requerir de su ayuda, interviene para conseguir una beca en el colegio para Libertad, para salvarla de una presunta pobreza y peligros del tercermundo, que en realidad ni conoce ni le interesa preguntar. Un detalle brillante del clasismo amable de Teresa es cuando desecha un vestido que se acaba de comprar cuando ve que Rosana lleva puesto el mismo modelo.
Rosana es un personaje pivotal en la trama. Acaba las anécdotas de las abuela, porque nadie de la familia le ha prestado la suficiente atención como para recordarlas exactamente. Acapara el cariño de la abuela, que la toma por su propia hija. Reproduce el clasismo de sus patrones, asume su rol de criada y cuidadora, disfrutando de cuidar a esa abuela y esos niños ajenos, ya que no ha podido físicamente cuidar ni de su madre ni de su hija.
Muchos detalles definen las relaciones madre e hija, biológicas o no. El ritual de contar anécodtas, de cantar y acunar, de cepillar el cabello, de dormir juntas o no. Un mundo en el que los hombres están ausentes o tocándose la picha, como dice Teresa refiriéndose a sus hermanos que ejercen de invitados fantasma sin intervenir, organizar o ayudar en alguna tarea. El padre de Nora aparece al final, reconociendo él mismo que no sabe por qué ha asistido a la fiesta
Los adultos actúan siguiendo las convenciones sociales, sin decir la verdad ni actuar de cara, reproduciendo esquemas aprendidos y Libertad será la catalizadora del drama y la revolución.
Libertad no cierra la puerta y no evita que la abuela se escape. Haciendo honor a su nombre, libera a la anciana del cautiverio al que por edad y enfermedad la han sometido.
Una bella elipsis nos hace entender que la abuela fallece en su escapada. Tras el entierro, viene el gran cambio. Nora y Libertad se reconcilian y aunque Libertad le asegura que se verán, en realidad Libertad y Rosana han planeado volverse a Colombia. Esta decisión, viene dada en elipsis también. Lo entendemos cuando Teresa dice a su futuro ex-marido que finalmente no se quedarán con Rosana, pero la sutileza de la interpretación nos hace entender que la decisión no viene de Teresa, sino de Rosana o Libertad.
Nora, desde el coche, mira las figuras de Rosana y Libertad, cada vez haciéndose más pequeñas hasta desaparecer, pero la huella que en ella ha dejado Libertad, no desaparecerá.
La película nos deja un poso de aventura veraniega, de maduración y transición a las decepciones que conlleva hacerse mayor, a conocer secretos familiares y constatar que los padres no son infalibles. Libertad es una puerta abierta al despertar de la conciencia y pasaje a la vida adulta, en la que los recuerdos de la vacaciones familiares y los juegos infantiles son cada vez más distantes.
Libertad se une a la miríada de películas recientes dirigidas por mujeres cineastas que narran historias iniciáticas muy personales, como Verano 93, La Inocencia, Viaje al cuarto de una madre, María (y los demás), Ojos Negros, El Viaje de Marta, Carmen y Lola, Chavalas y Las Niñas. Filmes más o menos intimistas que invitan a la reflexión y por supuesto, a seguir las trayectorias de estas directoras.
Categorías:Gran Acto
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