
LA NOCHE MÁGICA – Puntaje: 3
Esta comedia dramática nacional se emplaza en una apacible Nochebuena. En un selecto barrio de San Isidro, todo luce con absoluta normalidad. La velada transcurre en silencio, hasta que hace su aparición un excéntrico ladrón de guante blanco. Un atraco que sale mal hará mutar a esta comedia de enredos en un ejercicio de suspenso con suficientes ingredientes de oscuridad. La cultura norteamericana de hacer films navideños como un subgénero de culto no ha sido un camino transitado de modo prolífico por nuestro cine. Es la intención de abocarse a dicho sendero la del opera primista Gastón Portal, un realizador de destacada labor como productor de proyectos televisivos. Sin embargo, el disparador festivo no implica que estamos a punto de ver una propuesta que se caracterice por ser naif.
“La Noche Mágica” mixtura géneros sin encontrar casi nunca el tono. Explota el grotesco pero termina luciendo absurda y previsible. No persigue un matiz precisamente liviano; por el contrario, prefiere un dejo siniestro que coloque al espectador en una zona poco confortable. No teme pronunciarse acerca de cuestiones delicadas, como el abuso infantil. Tampoco de emitir juicios clasistas. Bo hay justicia divina, menos aún proviene la equidad desde el accionar humano. Los resultados son escasos, contando con un subtexto algo pueril y trillado. Portal fracasa pese a sus intenciones, su propuesta estética es insuficiente. Diego Peretti y Natalia Oreiro son dos de los mejores intérpretes de nuestro medio, pero lucen algo desangelados. Más allá de cumplir una lista de deseos, Papá Noel no dejó los regalos esperados esta vez. Ingrato de su parte.
CRÓNICA DE UNA TORMENTA – Puntaje: 5
Debut directorial Mariana Barassi, que toma referencias cinematográficas como “Primera Plana” (1974, Billy Wilder) y “Después de la Tormenta” (2016, Hirokazu Koreeda), y se basa en la obra “Testosterona”, escrita por la autora mexicana Sabina Berman en el año 2014. Obra que tuviera logradas adaptaciones en nuestra cartelera teatral porteña, como fueran los casos de “Doble o Nada” (2018, donde Miguel Ángel Solá y Paula Cancio compartieron escenario), con dirección de Quique Quintilla, y la propia “Testosterona”, de Daniel Veronese, protagonizada por Viviana Saccone y Osmar Núñez.
Ernesto Alterio, Clara Lago y Quique Fernández se colocan al frente del reparto aquí. “Crónica de una Tormenta” describe los obstáculos que sufre una mujer para ascender profesionalmente en un mundo donde el género pareciera ser condición excluyente y lo masculino, dominante. Alterio interpreta al veterano director de un poderoso multimedio, quien, tras enterarse que (supuestamente) padece una enfermedad terminal, deberá elegir su relevo. Para ello, plantea la estrategia del mentado ‘doble o nada’ sobre una cruel premisa competitiva: dos candidatos aparecen como posibles sucesores y sólo uno de ellos ganará el cargo de director. La decisión a tomar es extremadamente más compleja y se dirimirá en el despacho principal, en una lluviosa noche, como todo manual cinematográfico indica acorde a tan turbulenta atmósfera emocional.
Los factores determinantes que pueden inclinar la balanza de su decisión conforman los vericuetos argumentales que presenta la reciente adpatación: ¿será el género sexual?, ¿la experiencia profesional?, ¿la audacia para capturar una primicia?, ¿o la virtud de no caer en la trampa? El enfrentamiento verbal entre el jefe y su protegida da paso a un circo romano impiadoso y brutal, cuyo vencedor dialéctico, más allá de dirimir quién ocupará el puesto, pondrá en evidencia los actos de los que ambos son capaces. Las manipulaciones y las invasiones sobre la mutua intimidad sacan a relucir la peor versión de cada uno. En un juego ético cruel, que expone debilidades y miserias, asistimos a un retrato sin tapujos que nos habla acerca de la dominación en un terreno donde prima la ley del más fuerte.
Combustionando aún más la escena, el condimento sentimental se juega fuertemente entre los protagonistas: una furtiva pasión vicia estas horas decisivas, volviendo más compleja cualquier decisión que, con frialdad, se requiera tomar. Los prejuicios sociales, las absurdas distinciones de género y también las subjetivas capacidades que valora el medio de comunicación en cuestión, definirán la posibilidad de un individuo para ser promovido o coartado en su ascenso profesional. Así funciona esa rueda de poder, indefectiblemente.
Marian Barassi busca reflejar la realidad y la desigualdad de género que impregna a la obra original, dotándola de un fuerte anclaje en el presente, tratándose de un tema de honda sensibilidad social. Este micromundo representado por ese despacho ubicado, en el último piso de un gigantesco edificio, cual templo sagrado en donde sacrificarse, funciona como reflejo del panorama actual en el que vivimos: un mapa social que pretende masculinizar a la mujer y que valida cuanto ‘más de hombre se tenga’, donde cantidad de testosterona (y lo que no se tiene, se compra) mide la fuerza que equivale a capacidad física, y dicha capacidad física se valora por la efectividad en aplastar, metafóricamente, al otro semejante. O a sus ideas. Literalmente.
Pueden pecar ciertos diálogos de falta de naturalidad, puede incluso la pareja protagónica no gozar de la química en pantalla que sus dos antecesoras, anteriormente mencionadas, exhibieran sobre las tablas. Puede cierta previsibilidad achatar una narrativa que carece de genuino nervio y parece concebida, en su punto culminante, con trazo grueso. Sin embargo, y pese a sus notorios desniveles, “Crónica de una Tormenta” ficcionaliza una historia que se repite a diario y es absolutamente real. Y valedera por ello.
Anima a la reflexión la búsqueda por derribar es esta forma de poder anquilosada que concebimos como piramidal, vertical y perteneciente a otro tiempo. De un autoritarismo obsoleto, acaso un concienzudo análisis acerca del funcionamiento de un multimedio como metáfora perfecta para pensar acerca del poder político. Una historia universal y atemporal que nos interroga acerca del verdadero precio del poder. Una oportunidad no del todo aprovechada a la hora de rescatar la valía de una obra imprescindible.
JUSTICIA IMPLACABLE – Puntaje: 6
Luego de la tibiamente recibida por la prensa y el público “Los Caballeros”, el inefable Guy Ritchie regresa a lo que mejor saber hacer: acción violenta, cruda y emocionante. El autor de “Juegos, Trampas y Dos Armas Humeantes” y “Snatch, Cerdos y Diamantes” se reúne con Jason Statham, sólido héroe de acción contemporáneo, diecséis años después de “Revolver” (2005).
Sin embargo, aquí, el contenido no obedece a la forma. Vemos a un Ritchie distino. Lejos de la bolsa de trucos narrativos que habitúa explorar y la vertiginosa edición que es marca registrada de sus obras, “Justicia Implacable” se prefigura como un relato no lineal que prefiere la oscuridad. Y lo hace de forma verdaderamente efectiva.
El realizador muestra su destreza dentro de un furgón de atraco, mediante un plano secuencia notable. Arroja sobre nosotros sus pesadas credenciales. Más adelante, el uso del flashback desde dos puntos de vista distintos, resulta un ardid narrativo brillante. Misma efectividad para el empleo de la música como elemento emotivo. Grandes aciertos. También, la elección de su protagonista, un hombre misterioso y de pocas palabras que sabe su rol de memoria. Es un vengador atrapado por su pasado. Es un hitman camuflado de amoralidad. Ese es Jason Statham, imitado pero jamás igualado.
Es un ejercicio de film neo noir, que abreva en la tradición de las ‘heist movies’, al mejor estilo de “Fuego Contra Fuego” Basado en la película francesa “Le Convoyeur”, recomendable por cierto, la nueva apuesta de Ritchie viene a convencernos de que la venganza es un plato que se sigue sirviendo frío.
Categorías:Rincón Cinéfilo
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