
DEATH, LOVE AND ROBOTS
Esta antología animada de 18 cortometrajes nos sumerge en un variopinto recorrido genérico: ciencia ficción, fantasía, terror, erotismo y comedia hospedan el verosímil de historias claramente freaks. Hombres lobo, robots, monstruos, alienígenas, mutantes y seres endiablados conforman la extraña fauna de este producto creado en co-producción por David Fincher (“Pecados Capitales”) y Tim Miller (“Deadpool”). Pequeña joya de gran acabado estético, su aparición resulta de infrecuente hallazgo en la plataforma de Netflix. La heterogeneidad encuentra a la fascinación por estos mundos oníricos. Un abordaje al terreno digital animado, pensado para un público adulto. Puede que el formato resienta la organicidad del producto, no obstante, los estilos visuales utilizados ofrecen una gran inventiva: desde la rotoscopia (captura análoga del movimiento a través de una computadora) hasta la combinación en 3D con trazos de pintura. La serie explora opuestos de vida y muerte, amor y destrucción, como escala de valores para estos submundos violentos que resignifican ciertos simbolismos del género más tradicional. La autoría corre a cargo de Philip Gelatt, un experto del sci-fi distópico experimental y creador del videojuego «Rise of the Tomb Raider».
HEMLOCK GROVE
Entre los años 2013 y 2015, el cineasta afecto al mundo gore Eli Roth (director de la perturbadora “Hostel”) llevó adelante esta saga de treinta y tres episodios. La serie toma el nombre de una localidad del estado de Pennsylvania; un paraje rural sacudido por el espeluznante asesinato de una estudiante. Una interminable galería de hombres lobos, vampiros, ángeles, criaturas deformes y experimentos genéticos sazonan la presente propuesta. Asesinatos rituales anuncian un show de tortura y terror. Luego, la inclusión de ingredientes de comedia erótica, así como elementos del drama familiar, nos convencen de que se trata de un producto sumamente heterogéneo. “Hemlock Grove” no se toma a sí misma demasiado en serio, y no deberíamos hacerlo nosotros espectadores. A medida que los episodios avanzan, diálogos sin la más mínima inventiva ralentizan nuestro interés. La decisión resolutiva acerca de ciertas secuencias parece francamente amateur. No ayuda a la imagen final del producto la concatenación de una serie de personajes unidimensionales y afectos al cliché permanente. Propenso a la exacerbación visual, Roth prefiere el impacto visual al ingenio narrativo. Su noción de lo fantástico no conoce de límites y la lógica brilla por su ausencia.
Categorías:La Pantalla Seriada
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