
Documentación de la pérdida de la cordura
Muchas obras literarias se han escrito respecto a la locura, pero hay una que considero que se destaca, ya que no se trata de una tematización de un trastorno mental, sino un registro de la mente de quien lo padece. Me refiero a “Diario”, de Vaslav Nijinsky, una obra póstuma que fue publicada en 1936 por la viuda del autor. Como su título lo indica, se trata de un diario íntimo, escrito entre 1918 y 1919, de una persona diagnosticada con esquizofrenia.
Vaslav Nijinsky fue un bailarín ruso, que al momento de escribir esta obra tenia treinta años, estaba casado y tenía una hija. Se encontraba retirado de la profesión y aislado del mundo artístico por sufrir una agonía mental que lo alejaba de la realidad. Apartado por la fuerza de la danza, decide crear una obra literaria en la que va registrando sus días y sus pensamientos como en un diario íntimo, guardándolo con celo, escondiéndolo, paranoico de todos cuantos lo rodeaban. Esta obra ve la luz pública de manera póstuma por decisión de su esposa, quien fue la traductora del manuscrito original, ya que éste se encontraba escrito con una mezcla de idiomas indescifrable para quien no fuera un allegado íntimo de su creador.
En esta obra, aparecen referencias constantes a Dios como ser superior y en unión con él (“soy Dios”). La compone principalmente una sucesión de pensamientos expresados mediante lenguaje cotidiano, por encadenación de ideas simples. Hay pocas referencias a hechos (vivencias) y sin desarrollo o explicación, solo su pensamiento sobre ello, lo que hace pensar en la idea del texto como registro intimo más que como obra literaria, al no explicar las circunstancias concretas para que el lector pueda tener conocimiento de que lleva al autor a esas reflexiones.
Por momentos, tenemos la sensación de adentrarnos en la mente de un niño pequeño por el modo en que se plasman los sentires del autor (“quiero…”, tal cosa me gusta, tal otra no). También están presentes en la obra razonamientos absurdos sin fundamentos (ej. “quebraré la bolsa para que no haya más pobres, lo haré porque Dios lo quiere”), todo es atribuido al deseo de Dios, dando la pauta de lo que se podría pensar como un delirio mesiánico, pero que se contradice por momentos.
Opuestamente a lo mencionado en el párrafo anterior, la obra incluye razonamientos profundos y veraces (ej. “que las instituciones de caridad se benefician así mismas, que el dinero es un modo de ayudar al pobre pero en sí mismo no es una ayuda”), cuestiones sobre las que se discute en la actualidad con seriedad en algunos ámbitos.
El libro es flexible, en el sentido de que no se autolimita, incluye diversas digresiones como ser la narración de hechos de su juventud y de su infancia; la escritura de cartas diciendo lo que piensa a determinadas personas; la puesta de manifiesto del deseo del autor de volver a bailar y ser reconocido, contando hechos de su época como bailarín en el ámbito artístico; también escribe sobre su presente, en el que está escribiendo y plasma planes como afirmaciones de hechos futuros.
La obra, en su conjunto, nos presenta una oportunidad de atisbar los pensamientos de manera directa de una persona aquejada por un trastorno mental, ver su deterioro, pero también sus aún grandes capacidades de razonar. Se muestra la seducción de la locura que se produce en el autor, pero, que a la vez, genera un efecto similar en el lector.
“La gente dirá que yo no sé lo que es el miedo porque no he combatido en la guerra, pero he combatido por la vida; no en las trincheras, sino en casa”.
Categorías:Reseñas de Lápiz y Papel
Deja una respuesta