
Película: “Shaolin Soccer” (China, 2001)
Dirección: Stephen Chow
Veinte años atrás (en el año 2001), el mundo entraba en una nueva realidad luego del atentado a las Torres Gemelas y al Pentágono de los Estados Unidos. La llamada “guerra contra el terror” comenzaba a ser descarnada y el mundo se volvió un poco más hostil (casi como si las bombas atómicas se hubieran olvidado por completo). Es en este marco que, desde China, surge una película diferente en muchísimos sentidos, nostálgica en otros y desenfadada y completa de sí misma en su totalidad. Mientras el mundo lloraba a Estados Unidos, China nos regaló “Shaolin Soccer”.
Comenzando con un breve flashback, la película nos cuenta la caída en desgracia (física y moral) de Fung, una estrella del fútbol chino, engañado por su amigo y colega Hung. En la actualidad, Fung, que supo ser “pierna dorada”, es ahora un obeso y lisiado desempleado que vaga por las calles de China bebiendo alcohol. Será en este contexto que Fung cruce caminos con Sing, un joven maestro shaolin apodado “pierna de acero”, también desempleado y con la suerte en contra. Luego de una pelea contra unos vándalos, Fung logra ver el potencial futbolístico de Sing y lo intenta convencer de crear un equipo de fútbol. Sing, cuya única meta en la vida es dar a conocer al mundo las virtudes y artes del Kung Fu acepta y, junto a sus hermanos (también maestros shaolines) crean un equipo de fútbol que mezcle el arte shaolin con la práctica deportiva. En líneas generales, esa es la historia de “Shaolin Soccer”.
Pero, como sucede con muchas otras películas, es más que esto. Es un homenaje a la juventud de su director, Stephen Chow (quien además de dirigir, escribió el guión y hace el papel de Sing), quien creció adorando el animé “Los Supercampeones”. Y eso está desde el primer momento en el que aparece una pelota de fútbol frente a la cámara. El desafío de realizar una película de acción real que reflejase el lenguaje visual y narrativo de los partidos de “Los Supercampeones” no es tarea fácil, pero el resultado final es lo más cercano al animé de lo que podríamos esperar. Si bien, luego de 20 años, los efectos especiales no han envejecido de la mejor manera, era imposible realizarla de otra forma. Y el tono burlón y descontracturado de la película ayuda a no tomarla en serio; por lo que el hecho de que se note el retocado digital de los personajes no molesta en lo absoluto. Y, como todo hay que decirlo, el sentido del humor chino puede parecernos extraño y alejado, pero nunca está de más ver lo que en el otro costado del mundo ven como gracioso. El placer audiovisual también pasa por tener una pizca de culturas ajenas a la nuestra.
A pesar de que la línea argumental del torneo de fútbol comienza muy adelante en la película, toda la introducción, con su humor tontorrón y personajes desquiciados, nos permite entrar de lleno en la historia y lograr la tan preciada suspensión de realidad. Creemos en todo lo que pasa y se nos muestra: los futbolistas realizan tiros al arco imposibles, las pelotas se prenden fuego por la fricción del golpe, las canchas son larguísimas y terminan destruidas por efecto de los disparos, mujeres con bigotes vuelan en lugar de correr hacia el arco. Todo en esta película está construido a favor de la trama y de lo que se quiere narrar.
Pero, no sólo vio animé su director: El amor por el cine internacional está en cada rincón de la película. Desde el obvio (y muy necesario) efecto popularizado por “Matrix” (Estados Unidos, 1999) de la cámara lenta que rodea al personaje, hasta homenajes a películas entrañables y conocidas por todo el mundo. Podemos identificar guiños a “Jurassic Park” (Estados Unidos, 1993), el cine clásico bélico (puesto magistralmente en un partido violento, ¿que otro escenario bélico podría tener una película así?) y hasta “E.T. el extraterrestre” (Estados Unidos, 1982). “Shaolin Soccer” es una carta de amor de Stephen Chow al mundo audiovisual con el que creció y lo convirtió en lo que es ahora.
Aunque hemos hablado de efectos especiales, tanques de Hollywood y animé clásicos, hay más de lo que muestra la superficie. Detrás de los “pierna dorada”, “pierna de acero”, “ataque final” y “Evil Team” hay una historia de redención que atraviesa a todos los personajes. Fung, herido tanto en su orgullo como en su cuerpo, quiere retomar la gloria que él mismo dilapidó al aceptar un soborno en su juventud; ve la victoria del Equipo Shaolin como propia, una forma de arreglar las cosas consigo mismo. Sing ve el torneo de fútbol como una publicidad perfecta para que el mundo entero conozca el mundo del Kung Fu Shaolin y, de esa forma, honrar a su maestro. Todos los hermanos de Sing comparten situaciones similares: todos trabajan en lugares despreciables, son maltratados por sus jefes e infelices de lo que les deparó la vida. A pesar de que todos son maestros Kung Fu, la sociedad les dio la espalda y les niega el respeto y lugar que merecen. ¿Puede una película que trate sobre monjes shaolines jugando al fútbol ser una crítica social al desempleo y poco futuro laboral para profesionales diplomados? ¿Una película que tiene gente volando y doblando una pelota de fútbol con sólo darle una patada puede hablar sobre la disconformidad de la juventud profesional al llegar al mundo laboral? ¿Hay detrás del humor simplón una amarga radiografía social?
Por supuesto que sí. Sólo hay que parar la pelota y observar.
Categorías:Gran Acto
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