CLÁSICO…: “La Escalera de Jacob”. Por Daniel Cozzolino

Película: “Jacob´s Ladder” (Estados Unidos, 1990)

Dirección: Adrian Lyne

Para una nación como Estados Unidos, la mirada externa es fundamental. No sólo tienen que ser los mejores: los demás deben pensar que ellos son los mejores.

Es Paradójico que un país tan mundialmente importante en materia bélica tenga una herida tan difícil de sanar. Ellos que vencieron al nazismo, que lanzaron no una, sino dos bombas atómicas, que libran una “batalla contra el terror” a lo largo de todo el globo; ellos tienen una herida que se remonta décadas atrás en el tiempo, pero que no puede salir del imaginario colectivo estadounidense: La guerra de Vietnam.

Como suele suceder con el buen cine (o, al menos, con el que está comprometido en contar una buena historia), los escenarios difíciles y complicados son terreno fértil para desarrollar ideas, comentarios o críticas sociales y culturales. ¿Cómo se podría obviar algo como Vietnam del mundo del celuloide?

“La escalera de Jacob” (“Jacob´s Ladder, 1990) es un caso complejo. Como pasa con muchas películas, una rápida y cómoda clasificación la ubica en el género de terror. Si bien tiene escenas, efectos especiales, personajes y ambientación que la hacen merecedora de ser llamada “película de terror”, es mucho más. Toca fibras bélicas y dramáticas, psicológicas y científicas, individuales y que abarcan a la mayoría. Es un drama de terror bélico y de crítica social con aires de conspiración, si es que, de alguna forma, eso pudiera aclarar de qué va la película.

Jacob Singer es un soldado apostado en Vietnam junto al grupo de soldados que ya se han convertido en familia. El paisaje selvático tiene un aura de constante peligro, pero todos bromean y se relajan al sol, en un contraste llamativo con el contexto bélico. De repente, se desata el infierno en un ataque que ninguno puede precisar su origen, mientras algunos de los amigos de Jacob se retuercen en el suelo por una gran migraña que los paraliza. En el caos, Jacob corre por la selva hasta ser un herido de gravedad por un enemigo invisible.

Tiempo después, Jacob es un cartero de la ciudad de Nueva York, separado de su ex esposa y conviviendo con una nueva novia. Conocemos un poco del pasado de Jacob: uno de sus hijos murió en un horrible accidente antes de que el fuera a combatir en Vietnam y su relación con su ex es muy mala. Pero, el verdadero puntapié del film son las alucinaciones que sorprenden a Jacob en su vida cotidiana y que construyen un clima pesado de irrealidad que logra transmitirse al mismo espectador. ¿Ese vagabundo realmente tiene una cola animal? ¿Cómo puede ser que en el hospital al que Jacob fue durante años no lo conozcan? Y, ni hablar de las heridas y cuernos en la recepcionista de ese hospital. ¿Está Jacob viendo realmente esas cosas o es producto de una mente fatigada y llevada al límite por los horrores de la guerra?

En este contexto, es el germen perfecto para una película de terror. Y “La escalera de Jacob” es una película de terror. Pero sería miope verla sólo bajo ese prima. Este film es un análisis de cómo una persona está determinada por un pasado terrible al que no puede dejar ir. No sólo el horror de la muerte de un hijo, sino el calvario de una guerra descarnizada. El regreso de un ex combatiente a una tierra que no le da el crédito merecido y lo termina alienando en un círculo de medicamentos, alucinaciones y visitas a grupos de autoapoyo. El regreso del héroe al que no se le tiene consideración ni paciencia, mucho menos empatía. Adolescentes a lo largo de la historia del mundo viajan a la guerra siendo profesionales o con sueños, sólo para regresar siendo únicamente “ex combatientes”.

Pero, en el punto en el que la película puede virar hacia el drama bélico y la crítica, hay un giro conspiranoide que une el terror y el drama. Personas del pasado de Jacob mueren en misteriosas explosiones de autos. ¿Quién es esta persona que dice conocer a Jacob y que quiere reunirse con él para discutir Vietnam y unos terribles experimentos químicos en los soldados estadounidenses? Y, ¿por qué le advierte que no lo sigan y que está en peligro? Este personaje logra que resignifiquemos lo que ha estado viviendo y viendo Jacob. Quizá, las alucinaciones no son tales y hay algo oscuro detrás de todo. Volvemos a ponernos en la piel de Jacob y no sabemos en quién confiar ni a quién acudir; su ignorancia y temor son nuestros mientras damos tumbos en la oscuridad intentando encontrar la salida, intentando encontrar la escalera para salir del agujero. Es en este punto en el que, apartándonos del drama, terror, guerra y conspiraciones, la película nos lleva a un nuevo terreno de lectura y comprensión. 

En la biblia, más específicamente hablando, en el Génesis, Jacob, luego de enfrentarse a su hermano, se queda dormido y sueña con una escalera que sube al Cielo, simbolizando la posibilidad de alcanzar el paraíso. Esto tiene una relación directa con la película, no sólo desde el título, sino desde el subtexto de ella. Abundan nombres bíblicos a lo largo de todo el film (su ex, sus hijos y su novia los tienen) y los demonios que Jacob ve nos llevan directamente al infierno en la tierra.

Desde una mirada alejada de la religión, el concepto de “la escalera” se refieren a la autosuperación y progreso, más específicamente, al paso de la ignorancia al conocimiento. Esto es la línea más fuerte que atraviesa todo el film, de principio a fin, resultando en una escena final que sorprende a más de uno.

Heredera de “El Carnaval de las Almas” y predecesora de “El Sexto Sentido” y “Los Otros”, sin éxito en su lanzamiento con el público dándole la espalda, “La Escalera de Jacob” es una gema cinematográfica que, si bien puede resultar difícil de ver, es una prueba para todos los sentidos de quienes se atrevan a darle una oportunidad.        



Categorías:Clásico y Moderno

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