
Solemos pensar que el tiempo es objetivo e inalterable, que las horas y el calendario duran lo establecido, pero, ¿es realmente así? ¿Acaso la percepción que tenemos del transcurrir del tiempo es tan solo una ilusión? El “tiempo” es un constructo humano, un modo de medición, pero resulta difícil asegurar que sea igual para todas las personas. El modo en que percibimos el transcurrir de nuestra existencia es una medida de tiempo variable, no pre-estipulada, ¿es por ello menos real?
Esto se tematiza en el libro de relatos “Cuestión de tiempo”, de Jesús Jaramillo. Una obra que, además, juega con las referencias culturales a libros, películas y música. Plantea otros temas como el cambio del statu quo en lo social y político.
Entrevista con el autor:
–¿Cómo fueron tus comienzos con la lectura y la escritura?
Comencé a leer cuando tenía doce años. Si mal no recuerdo, los primeros libros que leí fueron «El Alquimista», de Paulo Coelho, y «Las aventuras de Huckleberry Finn», de Mark Twain. Al principio, no logré acabarlos por completo, pero, de un tirón pude leer la mitad de cada uno. Me pareció fantástico el poder observar un universo nuevo, semejante a la realidad que me rodeaba, con tan sólo guardar silencio y sumergirme en las palabras.
Ahora que ha pasado el tiempo, comprendo que tal vez fueron una tortura para el escritor, aunque para ese niño de doce años, resultara ser prácticamente magia. Me tomó unos cuatro años comprender el libro de Mark Twain, y al hacerlo, no necesité culminar el de Coelho.
Mi aventura con la escritura comenzó también a esa misma edad, aunque ya cuando tenía ocho años, redacté un cuento ilustrado que sirvió de regalo para un familiar. Intenté escribir canciones cursis y por supuesto sin sentido, repletas de metáforas inentendibles, pero, poco a poco, fui descubriendo que mientas más plasmaba las palabras que retumbaban en mi interior, sin omitir ni punto ni coma, más me acercaba a aquella magia que descubrí la primera vez. Todavía siento lo mismo.
En cuanto a mis géneros preferidos, adoro la literatura realista y su subgénero, el realismo mágico. También el terror y el suspenso, y en muy contadas ocasiones, romance y fantasía.
–¿Cómo surgió la idea de este libro?
El concepto real de “Cuestión de Tiempo” nació en el 2018, cuando me encontraba realizando un taller extenso sobre literatura breve. De hecho, en una de las clases del mismo, redacté el microrrelato que está en el libro titulado de la misma manera.
La llegada de la pandemia aumentó mi necesidad de escribir y expresar lo que de alguna manera me ahogaba en aquel momento. Antes de ella, sólo había intentado escribir algunos que otros poemas especiales, pero nada más. Entonces, vi que no solamente necesitaba apartar de mí todos esos pensamientos, miedos y ansiedades que se mostraron al mundo con la llegada de la pandemia, sino que también debía empezar a recorrer este difícil camino de la literatura, dando un buen uso al don que me otorgó Dios. “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”, dicen por ahí.
-¿Por qué elegiste el concepto del tiempo y los diferentes modos de percepción del mismo como eje para los relatos?
Si pudiera crear una especie de cuadro estadístico, diría que al menos más del cuarenta por ciento de mis pensamientos del día a día involucran al tiempo. Siempre me pregunto cuánto tiempo tendré para hacer esto, cuánto me tardará hacer aquello, cuánto viviré y si me dará tiempo para lograr dejar una huella en cada uno de los seres a mi alrededor.
En sí, mi principal miedo tiene su base en la eternidad, y no me refiero a dónde viviré después de que abandone la vida tal y como la conocemos, sino a cuánto logrará durar la eternidad, cuánto tiempo viviremos y viviremos hasta que no quede ni una vida más para cubrir. Me causa pavor.
Entonces, como toda la vida se basa en el tiempo, decidí explorar ese mismo recurso para poder así, no sólo librarme de un miedo, sino también para manifestar, de alguna forma, la magnificencia de lo que llamamos vida.
-¿Cómo fue la invención de los personajes?
De cierta forma cada uno de los personajes tiene una parte de mí. Sé que sonará como cliché de escritor, pero, tal vez exceptuando (sin compararme) libros como “El Zahir”, de Coelho, o “Al este del Edén”, de John Steinbeck, no he leído algo que parezca más personal.
Hay algunos personajes en mi libro, como por ejemplo Tsukimi, que están basados en alguien real. La verdadera Tsukimi puede encontrarse actualmente viviendo en Nagoro, la misteriosa aldea de Japón. Hay otros personajes, como, por ejemplo, Hans Landa y Shoshanna, que los tomé prestados de otra fantástica ficción que los amantes del buen cine reconocerán.
Sin embargo, el personaje al cual le dediqué más tiempo y que aún sigo perfeccionando es Lucio, la sutil representación de la muerte. Nació de la misma idea que quise plasmar en el libro, y le otorgué algunos matices misteriosos y humanistas que lo hacen el gran protagonista de la historia general, aunque sólo aparezca en una escena.
-Utilizas referencias culturales (música, películas, obras literarias) en varias ocasiones ¿Qué consideras que aporta ello a tus textos?
Siempre me ha fascinado la idea de un arte multifacético, en el cual la música complementa la imagen, la imagen complementa a la pintura, la pintura puede ser descripta en palabras metafóricas y las palabras metafóricas pueden ser la base de una escultura.
Muy pocos escritores, tanto de la élite como los no tan renombrados, utilizan esta herramienta para entregarle una textura a la narración. Muchos lo usan para completar su meta diaria de escritura.
Tomé este tipo de aporte de los directores y guionistas: Quentin Tarantino y Guillermo del Toro, y también del escritor Stephen King, pues considero que el uso de las referencias a la cultura otorga a las historias un contexto más familiar, que es más efectivo para conectar al lector con la historia, los personajes y el mensaje.
-El libro está compuesto por relatos breves ¿cuál es el motivo de la elección de una extensión reducida?
El principal y único motivo de esto, es que no podría contar esta idea con respecto al tiempo y sus distintos puntos de vista, en una sola historia. Personalmente, amo los libros que (como lo llamó alguna vez uno de mis profesores de literatura) son “biblias”. Que parecen eternos e interminables, pero que a la vez te ofrecen tanta riqueza que no puedes parar de leerlos.
También, soy amante de los distintos puntos de vista que tiene la humanidad. Todos, desde el más preciosista y romántico hasta el más negativo y desgraciado. Y por eso decidí explorar, o intentar explorar, cada uno de ellos en fragmentos cortos que no carecieran de realidad. Resultan ser más precisos.
-Uno de los temas presentes es el de cambiar el status quo, ¿consideras que la literatura tiene que servirnos para pensar en los cambios que son necesarios en la sociedad?
Estoy seguro de que sí. Tengo una creencia firme en las palabras. Las ideas originaron palabras, y las palabras originaron más ideas que con el transcurso del tiempo, se fueron materializando hasta crear el abanico de pensamientos que hoy reina en la humanidad. Si la vida misma se originó por la Palabra, ¿cuántos cambios más no se podrán realizar con lo que plasmemos en nuestra literatura?
–En dos ocasiones hay referencias al escritor Stephen King, al libro “Apocalipsis” y a “La historia de Lisey”. ¿Cuál fue la influencia de este autor en vos?
En mi top tres de mayores influencias para mi escritura, Stephen King ocupa el tercer lugar del podio, detrás de García Márquez y Tarantino, pero no por ello resulta menos importante.
Mientras escribía los relatos “Sin Rastro” y “Memorabilia”, me hallaba leyendo los mismos libros que salen mencionados allí, “Apocalipsis” y “La historia de Lisey”. Siento que la mayor influencia que Stephen ha tenido en mí, está en el hecho de querer hacer de los detalles cotidianos, que algunos ni siquiera se limitan a mirar, algo fantástico. Algo que pueda suceder tanto en los libros y películas como en la casa del vecino de enfrente. Y pienso que allí es donde se encuentra la verdadera literatura.
–El último de los relatos transcurre en el contexto de la cuarentena producto del covid en 2020, pero no se centra en la problemática de la pandemia. ¿Cuál fue el motivo para incorporarlo?
El mismo motivo que cubre todo el libro y he mencionado anteriormente. Enseñar el tiempo y su influencia silenciosa y omnipresente en cada corazón que late en esta tierra. También quería mostrar de alguna manera ese rayo de esperanza que, tal vez algunos no miran en el horizonte de esta situación, a través del amor.
-¿Algún comentario que quieras agregar sobre este libro?
Todas las ideas, tramas y subtramas que quería plasmar lograron llegar allí a la perfección y con el simple hecho de saber que alguien logre comprender ese mensaje, entre tantos y tantos millones de personas, me llena de mucha satisfacción. Me inspira a crear más.
Agradezco a Jesús Jaramillo por responder a mis preguntas.
Datos del libro: “Cuestión de tiempo”, de Jesús Jaramillo (2020, Edición independiente, Género: relatos, Págs. 94). Disponible en la tienda digital Lulu Press
Categorías:Reseñas de Lápiz y Papel
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