
El 23 de septiembre –doce días después del golpe de estado que derrocó al presidente Salvador Allende, otro dolor se sumó al corazón del pueblo chileno. Pablo Neruda moría en Isla Negra, estaba enfermo desde hacia varios meses. Su casa había sido aislada por los soldados del Gral. Pinochet “… Perdone el ciudadano esperanzado mi recuento de acciones memorables que levantan los hombres del pasado, yo predico un amor inexorable…” Con estos versos, comienza el poema “YO NO ME CALLO” escrito en enero de 1973, ocho meses antes de su muerte.
Naftali Ricardo Reyes Basualto, tal su verdadero nombre. Había adoptado el seudónimo de Pablo Neruda para publicar sus poemas, por que su padre se oponía a su vocación literaria. Fue él más grande poeta de su país y uno de los más grandes de Latinoamérica.
En 1971 recibió el premio Nobel de Literatura.Con anterioridad había ejercido la diplomacia. Fue representante chileno en Birmania, China Francia y Japón.
En 1936 la guerra civil española lo encontró en la embajada de su país en Madrid, allí se manifestó a favor de la causa republicana y se preocupo por prestar ayuda a los refugiados perseguidos por el régimen franquista.
A los 20 años Pablo Neruda ya había publicado “CREPUSCULARIO” y “20 POEMAS DE AMOR Y UNA CANCION DESESPERADA”. Desde allí en adelante su obra poética recorrería los temas del amor, la tierra, la vida, la mujer, el futuro y la muerte. El sostenía que el poeta debía escribir sobre la realidad de los pueblos y su ferviente amor por la libertad.
El 11-Septiembre de 1973, es derrocado el presidente de Chile Salvador Allende, este suceso embargó notablemente de tristeza a Neruda.Pocos días después en aquella tarde de Septiembre, cuando dejo su casa blanca, a orillas del mar, rodeada de rocas y caracolas, y lo llevaron rumbo al cementerio, cientos de chilenos acompañaron al poeta, ante la atenta mirada de las fuerzas golpistas, absurdamente preocupadas ante un cadáver, y el impresionante silencio de aquellos hombres que integraban el cortejo.
Pablo Neruda había dejado sus últimos versos, algo que no pudieron silenciar ni los soldados, ni las armas, por el contrario, quedaran en el tiempo como un suceso imborrable.
“Patria y Pueblo destinan mis deberes y si logran matarlo, levantad por el pueblo es mi patria la que muere, ese es mi temor y mi agonía, por eso, en el combate nadie espere que se quede sin voz mi poesía…”.
Categorías:Historias Casi Olvidadas
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