
Ya varias veces a partir del año 1960 se ha decretado la muerte del rocanrol, o al menos, la baja en la estima y apreciación de su público visceral. Muchos de sus pioneros han partido de este planeta en circunstancias diversas. A muchos de ellos también los ha cubierto el olvido y a otros (muy pocos) los han convertido en algo así como gurúes musicales de una época ya sin retorno.
Como en toda era, hay un principio, un desarrollo y un final. Los comienzos están absolutamente documentados gracias a la industria musical en parte, y por otro lado, a las nuevas técnicas que permiten acopiar registros musicales de todo tipo.
Durante tres o cuatro décadas una incesante catarata de artistas y estilos musicales han compuesto lo que podríamos llamar el desarrollo y la explotación hasta el hartazgo de ritmos y fórmulas sonoras. Los nuevos sistemas y las posibilidades que trajeron las tecnologías futuristas, han sido a la vez terreno fértil para la investigación y la gran trampa en la que cayeron prevenidos e incautos.
Las épocas terminan a pesar de todos nosotros. El desarrollo de algo llega inexorablemente a su fin. No está mal que algo concluya.
Hoy me senté a escuchar al trío de Oscar Peterson en una grabación de 1964. Por esos tiempos rondó el principio de muchas cosas que pasaron en la música. En la misma época que varios grupos de rocanrol estaban en el pináculo de sus carreras, estos músicos andaban con sus mentes en otros mundos. Una cosa extraña.
Después de tantos años escuchando música, no sé porque la pregunta me volvió a rondar por la cabeza. ¿Murió el rocanrol?, ¿o simplemente el final de una era se aproxima?
¿O será que el “gran monstruo” comienza a morderse la cola?
Categorías:Crónicas de un Melómano
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