ESPACIO OPHELIA – GIOVANNA RUZ VALENCIA: “El arte siempre necesita de un momento inquietante”

San Vicente de Tagua Tagua, Chile

Vive en un “campo profundo” rodeada de perros, gatos y gallinas plasmados en parte de su propuesta. También hay allí recuerdos de infancia y las huellas de un pasado reciente vinculado a la dictadura chilena. La pintura de Giovanna encierra un microcosmos marcado por la historia y la identidad.

Por Rubén Reveco desde Santiago de Chile.

 “Vivo en una casona gigante, antigua, con sótanos, muchos jardines que se han ido llenando de animales que llegan solos. Un día llegó una gallina y luego otra, y así se llenó de un gallinero salvaje. Viven en los árboles, vuelan sobre la casona que tiene un alto de quince metros. A veces estoy leyendo en mi hamaca y pasa una gallina con un huevo en su pico ¡No sé cómo pueden hacer eso…! Pero eso pasa acá, hay una des-evolución en su especie, a veces parecen pequeños velocirraptores corriendo por el jardín”.

Así, entre lo real y lo fantástico, es como describe la pintora chilena Giovanna Ruz Valencia el campo en donde vive y trabaja, ubicado en San Vicente de Tagua Tagua.

“También han llegado muchos gatos y perros. El problema son los depredadores externos, me abruman: quiques, gavilanes… cosas de un campo profundo que a veces es brutal con tanta naturaleza indómita”, agrega.

Le pregunto: ¿Influye el lugar en donde vive en la elección de los temas que pinta? “Sí, últimamente estoy pintando mi jardín”, responde.

Pero para referirnos a su arte quisiera antes detenerme en un aspecto fundamental de su familia. Giovanna es hija de la profesora María Inés Valencia González, una  luchadora política y social de estirpe. Hoy, una respetada señora de más de ochenta años que vive en la Región de O´Higgins (zona central de Chile, a 350 kilómetros al sur de Santiago). “Está consciente, consecuente y activa”, expresa Giovanna.

Los padres de Giovanna y de Rafael Ruz Valencia (su hermano, también pintor) fueron presos políticos durante la dictadura. “Posteriormente les ayudaron a sus compañeros de cárcel, no sólo de celda, sino a muchas otras víctimas para que pudieran testimoniar y realizar sus trámites. La fila de personas en mi casa era de cuadras… Gente de todos los alrededores que se levantaban a las cuatro de la mañana esperando ser atendidos. Viejos tristes y enfermos; con las marcas de la tortura en sus almas”.

Doña María Inés se encargó de poner en palabras cada testimonio sobre las torturas a las que fueron sometidos los pobladores de esa zona: “Recuerdo llevándola en el auto a las casas de los que no podían moverse o aún tenían miedo y ella les ayudaba a hacer el trámite y enfrentar el dolor para inscribirlos en el PRAIS (el sistema de salud para víctimas de la dictadura, sobre todo de salud mental). Jamás aceptó ayuda económica de estas personas, ni regalos, aunque a veces si recibía huevitos de campo y frutas”.

“Mi madre (dice Giovanna) es una profesora amada por sus ex alumnos que la homenajean por las redes, la paran por todos lados cuando sale. Ahora está encerrada en casa y yo hago sus compras. La gente me pregunta si ella está bien y que no olvide darle sus saludos”.

Ella fue quien, además, inició a sus hijos en el mundo de la expresión artística. Su sueldo de profesora se iba en materiales y libros. La pintura para ella era un asunto de primera necesidad.

Toda esa herencia se manifiesta en la pintura (a veces oscura, pero siempre intensa) de Giovanna Ruz Valencia. Profundamente metafórica, su obra evidencia una curiosa codificación de la narración y una puesta en cuestión de la transparencia del lenguaje: hay allí una exaltación de la polisemia que se construye en un juego que conecta a la perfección dos polos; el de la intención expresiva y por supuesto, el de la técnica. 

Si bien entre sus temas podemos encontrarnos con ciudades abandonadas y distintos espacios que fueron alguna vez lugares de trabajo (astilleros, puertos, estaciones, líneas de ferrocarril), en esta entrevista, la artista nos muestra su producción concentrada en animales. En el mundo rural que habita, con tintes de realismo mágico, las aves de corral vuelan libres en el campo ignorando (tal vez) que puedan ser tema y modelo para una futura creación.

Su pintura tiene un tono trágico y por momentos dramático ¿Qué cosas hacen sufrir a Giovanna?

Cuando mueren personas que han sido pobres toda su vida. Que estuvieron demasiado ocupados en sobrevivir y les llegó la muerte. Esos viejos que estuvieron presos junto a mis papas por pensar diferente y estuvieron siempre aplastados por la pobreza y la injusticia. Ahora, muchos haciendo fila en pandemia se contagian y mueren. Eso me hace sufrir.

¿Se enoja?

Más que enojo, me abrumo con vivir en este país que trata de borrar su historia. Pero mientras  más la anulan, más fuerte se hace la memoria.

Por el contrario ¿Cuándo es feliz?

Cuando mi mente me deja un rato libre.

El suyo es un arte existencial, trágico…

El arte siempre necesita de un momento inquietante, de incertidumbre para mostrarse en toda su brutalidad profética. Todo es paisaje y en estos encuentros veo otras formas de abordar la tragedia, desde un espacio contemplativo o furioso que registra la destrucción y sus secuelas en la humanidad, que va intuyendo en los chorreados y las materialidades el desborde al que está siendo arrastrada. Un momento abismal y violento atrapado en una pintura. La belleza terrible.

Hay en su temática animalista dos preferencias: toros, con todo su potencial, y perros asustados… incluso decrépitos.

Los animales son parte de mi imaginario que va cambiando. El toro es fuerza concentrada en la que habita la energía intuitiva, en cambio el perro es reflexivo… invita  a una desolación.

¿Por qué ha sacado ciertos colores (azul, verde, amarillo) de su paleta?

No los he sacado, son parte de mi paleta. Mi pintura es de muchas capas, veladuras, superposición, yuxtaposición, mixturas y transparencias y ahí debajo están.

¿Existe en su acción de pintar una gestualidad incontrolable?

Hay un mínimo gesto incontrolable y espontáneo en mi acción de pintar. El otro 99 por ciento es pensado y dirigido.

¿Cuánto tiempo puede estar frente a la tela sólo pensando en lo que ha hecho hasta ese momento?  

Trabajo en varias pinturas a la vez, si una me bloquea hay otra en la puedo seguir. El tiempo es veloz.

¿Cómo vive su proceso creativo? 

De modo íntimo, solitario.

¿Duda?

A veces.

¿Le pasa de arrepentirse?

Si

¿Su futuro lo ve relacionado siempre con el arte?

Sí, claro que sí. Conversaba con mi hermano Rafael y su polola sobre esta pandemia y lo invisibles que somos. No esperamos de esta crisis bonos, ni cajas de alimentos… Me veo de ochenta años viviendo de mi pintura, como siempre. Pero un poco más famosa, un poco más millonaria (risas).

Giovanna Ruz Valencia / Básico

Licenciada en arte por la Universidad Católica de Temuco, Chile. Desde el 2000 se desempeña como artista y restauradora titular de “Fundación Cardoen”, realizando murales de gran formato en hoteles y museos. Ha ganado numerosos premios. En el 2004 y 2007 ganó el primer lugar del Concurso “Valdivia y su Río” en sus dos categorías (in situ y por envío).

Entrevista exclusiva para Revista Ophelia Nro. 7.

Producción a cargo de Camila Reveco. Textos a cargo de Rubén Reveco.

Puedes descargar de forma libre y gratuita todos los ejemplares desde la página: www.revistaophelia.com

Instagram de Ophelia: @revistaophelia

Instagram de la artista: @giovanna_ruz



Categorías:Conversaciones Siete Artes

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