
Vamos a la gruta de la Virgen en Martín Fierro y la vista desde allí nos recrea y embalsama. En el firmamento de nuestro mirar, sólo árboles y sierra.
Volvamos digo. Miren, esta pequeñez es la florcita del aromito; está floreciendo. Esto es mucha suerte; el poder verlo!
Al bajar por el senderito de atrás nos damos con un montón de Marcelas secas. Qué acogedor es ese aroma a hogar! Les hago inhalar a mis hijos y llevamos para la casa unos racimos: esto nos traerá suerte.
En la huella hallamos una herradura. Mirén! La llevamos.Hacemos unos pasos y Ramiro me alerta: Papá, se te cayeron las suertes!
-Las dejé, hijo; hay que saberla compartir en otros.
Al llegar a casa enganchamos el herraje en el alambre, para que quien entre a nuestro hogar nos abrace con su gracia.
Categorías:El Susurro de las Gárgolas
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