NOVEDADES: «FICCIÓN PRIVADA», una película de Andrés Di Tella. Estreno CineAr + continuidad en Puentes de Cine

FESTIVALES

Festival de San Sebastián / Zabaltegi-Tabakalera
(Premiere mundial) 2019
IDFA / Masters 2019
Festival Internacional de Cine de Mar del Plata
(Competencia Latinoamericana)
Ambulante Cine
Transcinema 2019 – Película Apertura
It’s All True 2020

SINOPSIS


Un actor y una actriz leen, durante varios días y noches, la correspondencia entre Torcuato y Kamala, los padres del director de la película. Él argentino, ella hindú. Las cartas atraviesan las décadas del 50 al 70, registran viajes por el mundo, hablan de amor e idealismo, de dolor y sueños rotos. Una historia privada del siglo veinte.

Dijo la prensa internacional

«Dicho con sinceridad, este es el tipo de film por el que vivo: uno que surge de la nada para convertirse en un gran tesoro.»Steve Kopian, Unseen Films (EEEUU)

«Di Tella le muestra a su hija los archivos familiares y las filmaciones que él mismo ha hecho de sus padres. Juntos, todos estos elementos arman un retrato cinematográfico de gran intimidad acerca de una turbulenta historia de amor del siglo XX.»Catálogo, International Documentary Film Festival, Amsterdam

«El filme se vuelve una evidencia irrefutable del lazo que une lo personal con lo
universal».
 Itzel Martínez del Cañizo, programadora de Cine Ambulante (México)

FICHA TECNICA
– Título original: Ficción Privada
– Título internacional (en inglés): Private Fiction
– País: Argentina
– Duración en minutos: 78′
– Año de estreno: 2019
– Guion y Dirección: Andrés Di Tella
– Fotografía: Juan Renau
– Edición: Valeria Racioppi
– Diseño de sonido: Guido Berenblum
– Música: Sami Buccella
– Productor/es: Gema Juárez Allen, Alejandra Grinschpun
– Compañía/s Productora/s. GEMA FILMS


Reseña por Maximiliano Curcio / Puntaje: 7

“Ficción Privada” forma parte de una trilogía, (“La televisión y yo”, estrenada en 2003 y “Fotografías”, de 2007). Su creador es Andrés Di Tella, una figura fundamental en el cine documental latino y uno de los fundadores del prestigioso festival BAFICI. “La televisión y yo” fue un proyecto de film, una investigación personal, un ensayo de forma libre sobre la televisión y la memoria, vinculado a una historia política desde la mirada de su abuelo paterno. La historia está contada, en primera persona, por su propio padre. Película que finalizara al tiempo que falleció su madre.

Un lustro después, concibe “Fotografías”, documental donde rastrea los orígenes de su madre. Un ensayo personal, basado en una caja de fotografías que me pasó de manos de su padre. Una investigación documental, un viaje al pasado y también un viaje real desde la Argentina, a medida que intenta desvelar los misterios del destino de su madre y el descubrimiento de su propia identidad oculta. Más de una década después, este documental rescata la costumbre perdida, perteneciente a tiempos más románticos y menos automatizados, del uso de cartas en el intercambio epistolar convertido en canciones. Las cartas en papel cumplen un papel primordial, como testigo y objeto a la hora de comunicar, una forma que desaparece en el nuevo mundo. La vida propia y la memoria que portan estos elementos, perdidas en las nuevas formas de comunicar del presente.

Trilogía que se constituye sin proponérselo, Di Tella consigue narrar a través de otras voces, como imagen persistente de esa juventud vivida. Se vale de actores y artificios – pensemos en que el padre del director está encarnado por Edgardo Cozarinsky, destacado escritor, cineasta y dramaturgo argentino-; también de fotografías y dibujos de seres desconocidos. “Ficción Privada” posee varias singularidades a la vez. Si convenimos en que hacer algo sobre tus padres es re-imaginar la perspectiva, como una forma de conocerlos a través de la imaginación, este ejercicio viene a desmentir la línea que separa al documental de la ficción.

Aquí nos encontramos con este relato en primera persona, que persigue la búsqueda de la verdad, como todo documental.  Registrar aquello que está sucediendo, aquella verdad en palabras de Eduardo Coutinho, actor, director, guionista, productor y periodista brasileño. Pensemos en un referente experimental como el lituano Jonas Mekas y en su teoría sobre el lenguaje se verá espejada esta experiencia sumamente singular.  Se posiciona como un testimonio de realidad en la ambivalencia de su naturaleza.  Forma y contenido se amoldan en función de la estética documental. Pensemos en la génesis del género: la planificación de esa porción de vida que deseo capturar y comunicar; si nos remontamos a los orígenes del cine documental de la mano de un pionero como Robert Flaherty y su modélico “Nanook” (1922).

Despojado de las imposturas de un documental objetivo que disimula esa puesta en escena acerca de captar una realidad que está allí para ser mostrada, manipulada, tergiversada. El uso de material de archivo como documento antropologico para rescatar la memoria y el legado familiar resulta vital y convierte a “Ficción privada” en un homenaje a sus padres y un elogio a los vínculos y su permanencia en el paso de los años. Oportunidad más que interesante para evaluar la paradoja de una ficción, como relato abierto al público, y a la vez contada en la privacidad de ser dirigida a un público en su íntimo y atento visionado. Aspirando a esa vinculación emotiva, en cada espectador resonará, de modo personal, la historia aquí descrita.

PALABRAS DEL DIRECTOR

El punto de partida de este proyecto fue la muerte de mi padre, Torcuato Di Tella, de la que se cumplieron dos años. La muerte de un padre es una de las grandes pérdidas de la vida. La pérdida es muy concreta y específica, un suceso excepcional; pero, a la vez, nos hace pensar que la vida es una sucesión de pérdidas, que ese es de hecho el orden natural de las cosas. Todo lo que se pierde en nuestras vidas nos hace recordar que debemos prestar atención al momento, apreciar a quienes nos rodean, y, eventualmente, rescatar del olvido lo perdido. Se trata de un “trabajo de duelo”, sin duda, pero, a la vez, abre para mí la posibilidad de apropiarme de su historia, hacerla mía, con toda la libertad interior que yo no me hubiera podido permitir en vida de mi padre. De ese modo, podría otorgarle toda la dimensión simbólica necesaria para que ya no sea sólo la historia de mi padre sino la historia de un padre y un hijo. Reduzco entonces la historia de mi padre a los fragmentos de esa historia que resuenan en mí. Esos fragmentos de historia son como la punta de un iceberg –la vida entera de mi padre- que permanece invisible. ¿Cómo harán los espectadores para ver ese gigantesco bloque de hielo oculto debajo del agua? Lo tendrán que imaginar, a partir de la punta visible del iceberg. ¿Y cómo lo imaginarán? No les quedará más remedio que imaginarlo a partir de las asociaciones personales que disparen en ellos esos fragmentos; es decir, lo imaginarán a partir de sus propias emociones, de sus propios recuerdos, de su propio padre. En ese sentido, mi padre, su historia, no será más que un vehículo, o un canal, para la revisión emocional del propio espectador, de su propia “novela familiar”. Lo primero que me salió fue escribir una serie de poemas: ¡yo que no escribo poemas! Me inspiré en la gran tradición de libros sobre la muerte del padre, de la que he leído todo lo que cayó entre mis manos, desde “La muerte del padre” (literal) de Karl Ove Knausgard hasta “El libro enterrado” de Mauro Libertella. Pero la lectura decisiva fue el “Kaddish” que escribió Allen Ginsberg sobre la muerte de su madre Naomi. De hecho, ni bien quise evocar a mi padre, sucedió algo extraño, aunque no tanto: al mismo tiempo, se me apareció en el camino mi madre, Kamala Apparao, muerta hace ya veinte años. No sólo apareció a través del poema de Ginsberg, que trata sobre la madre del poeta; se hizo presente con el descubrimiento inesperado, en una mudanza en esos mismos días, de un viejo cuaderno de mi madre, con la prolija y juvenil letra manuscrita de mi madre y una serie de hermosas fotografías pegadas en el mismo cuaderno. Se trataba de un diario de viaje de 1952: el primer viaje que hicieron juntos Kamala y Torcuato, antes de ser Papá y Mamá, apenas se conocieron. Una estadía de 3 meses en un kibbutz pionero en el desierto de Israel.
Un viaje simbólico a un lugar que, en aquel momento, encapsulaba la utopía del socialismo y de una vida distinta. Ya no se trataba, entonces, de la “elegía” o “kaddish” por mi padre: se trataba de contar, de alguna manera, la historia de los dos: Papá y Mamá, Torcuato y Kamala. Recordé la abultada carpeta verde que me había pasado Papá cuando murió Mamá (como dije, hace ya más de veinte años). Nunca me había atrevido a leerla. Había llegado el momento. Y esa correspondencia sería la llave. Yo ya hice una película sobre mi madre, hace diez años: “Fotografías”. Aunque, a decir verdad, se trataba más bien de mi relación con ella, es decir, “mi madre y yo”, por decirlo de alguna manera. O, en rigor, de mi relación con su país de origen, la India: “el país de mi madre” (título original de aquel proyecto). Ahora se trata de contar la historia de mi padre y mi madre, la historia de ellos, juntos, de su relación. ¿Y qué mejor instrumento para contar una relación que una correspondencia? A través de sus propias voces, rescatadas del túnel del tiempo, aparece también la Historia con mayúscula; o mejor: cómo el destino individual forma siempre parte de una experiencia colectiva y cómo el Presente de cada uno se vuelve Historia de todos. El arte de perder se domina fácilmente…

ESTRENO COMERCIAL
Jueves 9 y Sábado 11 de Julio – 20.00hs: Cine.Ar TV
A partir del Viernes 10 de Julio: Cine.Ar PLAY

CONTINUIDAD:
Viernes 17 DE JULIO en
http://www.puentesdecine.com



Categorías:Rincón Cinéfilo

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