
El álbum «La Grasa de las Capitales» celebra su 40° aniversario gracias a la recuperación del histórico catálogo discográfico de Music Hall, realizado por el Instituto Nacional de la Música, a cargo de su presidente Diego Boris, y de Gustavo Gauvry de AATIA. Su nueva versión ya está disponible en las plataformas digitales Spotity y en enero próximo llegará a las disquerías, en formato CD y vinilo. El INAMU, un ente público no estatal cuyo objetivo es el fomento de la actividad musical nacional, ha cumplido un rol clave en la gestión para que este material salga a la luz. Con su habitual perfeccionismo y eminente detallismo a la hora de encarar proyectos musicales, Pedro Aznar (junto a Ariel Lavigna) llevó a cabo la mezcla y remasterización de las cintas, en una tarea similar a la que realizara en el año 2000, cuando supervisara el lanzamiento de «Yo no Quiero Volverme tan Loco», tercer álbum en vivo de Serú Girán sobre un concierto grabado en consola a dos canales (y sin intervención en estudios), correspondiente a la función brindada en el Teatro Coliseo de Buenos Aires, el 26 de diciembre de 1981.
ACERCA DE LA IMPORTANCIA DE ‘LA GRASA DE LAS CAPITALES’ Y UNA BANDA CAPITAL.
Por MAXIMILIANO CURCIO
La música de Serú Girán se asemejó a a un sistema en perfecta sincronía: sus joyas musicales orbitan entre sí a lo largo de cuatro discos de estudio sumamente homogéneos, como planetas equidistantes unidos con precisa diagramación. Detrás de la caótica e imparable creatividad de Charly y acoplándose al pulso rockero de la guitarra de David (quien venía de tocar con Pappo y Spinetta, nada menos), Moro lucía como un auténtico punto de apoyo de toda la estructura musical, en donde el exquisito aporte de Pedro con sus mágicas líneas de bajo enriquecía las melodías principales. Así se gestó una maquinaria musical imbatible que marcó la historia de nuestro rock, desde su aparición en 1978, hasta su fugaz reencuentro en 1992.
La crítica especializada, en aquellos difíciles comienzos, no fue benigna: llegaron a decir que tenían “voces hermafroditas” por el uso de agudos (¡vaya nivel de intolerancia!) y que sus elípticas líricas eran ‘inentendibles’ para el gran público. Tristemente, tanto la audiencia como el ambiente musical parecía no comprenderlos y darles la espalda. No obstante, Serú respondió con lo que mejor sabía hacer: buena música y una acertada dosis de provocación, evidente en el chiste contenido en la tapa de “La Grasa de las Capitales”: “Presentamos a los dobles de Serú Girán”. Un derroche de ironía jamás superado.
Para cotejar el legado de Serú Girán dentro de la historia de nuestro rock, resulta inevitable mencionar que existen canciones que resisten al paso del tiempo, habiéndose convertido en clásicos del rock argentino (“Eiti Leda”, “Seminare”, “Desarma y sangra”, “Peperina”, “Un Perro Andaluz”, “A los jóvenes de ayer”, “Cinema Verité” y “No llores por mí, Argentina”, entre tantos otros). También, resultaba muy novedoso para nuestro medio el hecho que tuvieran a tres excelentes voces (Charly, Pedro y David), haciendo armonías en casi todas las canciones y replicándolo a la perfección en vivo, testimoniado en varias grabaciones en directo que aún hoy se conservan y circulan en la web.
El cuarteto ofrecía una sinergia creativa infrecuente en nuestro medio. Prueba de ello resulta que, una vez disuelta la formación, sus cuatro integrantes consolidaron –de forma inmediata- una carrera solista excelsa, potenciando la popularidad y la visibilidad obtenida con el grupo. Luego del final de la primera etapa de Serú visionamos a Charly García iniciando su etapa solista (“Yendo de la Cama al Living”, 1982), a Pedro Aznar llevando su carrera a rumbos internacionales (con Pat Metheny), a David Lebón consolidando su discografía en solitario (editando un puñado de discos imprescindibles en los ’80) y a Oscar Moro concretando su proyecto a dúo con Beto Satragni.
De aquel maravilloso lustro creativo, quizás la concreción de «La Grasa de las Capitales» destaque como su momento más brillante. A fines de los años ’70, la Argentina se hundía en la eterna noche de una dictadura oscura y sangrienta, que sembrara terror y desasosiego. Por aquellos años, dentro del aciago panorama musical local, surge una agrupación llamada Serú Girán, formada por Charly García en Buzios, Brasil. Reivindicados luego como los Beatles argentinos, sus comienzos no fueron sencillos: incomprendidos por la prensa y criticados por su propio público, el disco debut Serú Girán tardaría en afianzar su música dentro de su tiempo histórico. La edición, al año siguiente, de “La Grasa de las Capitales”, constituiría una cabal muestra del poderío musical que ostentaba este cuarteto, en perfecta armonía de lírica y melodías.
Con su segundo álbum, Serú Girán concibe una obra comprometida con la conflictiva realidad que atravesaba nuestro país, burlándose de la frivolidad del jet set bajo el diseño de una icónica tapa que pasaría a la historia: Charly García, ¿ídolo o qué? Los dobles de Serú significaban, en sí, un concepto. La vacuidad de la farándula retratada en la tapa de la revista Gente servía como antídoto frívolo a la soledad, la paranoia, la persecución y la censura a las ideas que acometía, de forma impune, la dictadura militar. El disco incluye gemas como «Perro Andaluz», «San Francisco y el Lobo» y «Noche de Perros». También, la primera canción compuesta enteramente por Pedro Aznar, en su todavía joven pero brillante trayectoria: «Paranoia y Soledad».
Categorías:Alta Fidelidad
Deja una respuesta