
Hacia ninguna estación,
el tren inventa un camino
en una vía sin rumbo.
Ruedas pesadamente livianas
flotan
en los durmientes despiertos,
sentados en el andén
con la real ilusión
de la no llegada.
Un tren,
vacío,
donde no soy
todo
y soy nada,
donde los sueños intentan escapar
por la ventana y
rebotan en vidrios líquidos.
Se hacen trizas
en el júbilo triste
de mi caótico orden,
reviven
en lágrimas heladas
que nadie llora.
A través del túnel,
el silencio
aturde con su himno desafinado,
y el latir de la penumbra
encandila
a mis ojos que no ven.
Afuera,
el tiempo ensaya
su mueca eterna y
mi muerte vital ríe su agonía.
Soy otro que no he sido,
el sentido de mi existencia
obedece al capricho del vacío.
Cada ventana,
recuerdos inconclusos,
retazo de celuloide.
Secuencia
de película sordo muda
que la conciencia
proyecta
en un cine
al que nunca iré.
Ahora,
soy un pasajero más de este tren
Categorías:Poesías al Margen
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