Resulta infinita la cantidad de imágenes, temas y músicas que nos ofrece la ciudad de New York. Maravilloso lugar al que volveré en próximas entregas.

Luego de plasmar mis viajes a esta gran ciudad a lo largo de las ultimas publicaciones, hoy me quiero detener en el fotos sociales que realicé este fin de semana, donde la temática fue particularmente cumpleaños de niños. Al momento de tomar la fotografía social, recuerdo un curso al que asistí, donde el profesor nos decía: ‘disparen hasta cansarse porque la fiesta solo se repite una vez’.

En los primeros eventos que realizaba sucedía eso y, realmente, de 200 fotos capturadas quedaban apenas unas 30 que me gustaban. Lo tedioso de llegar a casa y procesar 1000 fotos consistía en que al llegar a lo último de dicho proceso el ojo ya no quería ver más fotografías de ese cumpleaños, boda o evento social.

Con los años conocí a otros fotógrafos. Si bien es cierto que disparaban, ya tenían en su mente el ensayo de las fotos que querían hacer. Momento que no se registró ‘quedara en la retina’, me dijo uno de ellos.

Curiosamente, en un bautizo o boda, no sacar la foto en el momento en que el sacerdote echa agua al bebe o a los novios, me haría sentir una frustración a la hora de entregar el trabajo.

La semana pasada tuve que registrar el cumple de 2 años de Abigail. Fui muy relajada, era la segunda vez que me tocaba cubrir su fiesta de cumpleaños. A diferencia de fotografías anteriores, me aburre mucho la fotografía que es posada, pero con los niños todo es magia. Ellos demuestran que en la simpleza está la belleza y que es totalmente fiel al momento que están viviendo, puramente presente.

Para cubrir el evento usé el lente fijo 50mm de mi Nikon d7100.  Había momentos que necesitaba Zoom y lo utilicé, pero me gusto mas captar la esencia de los retratos. A Tatiana, la mamá, en el momento de conexión con Abigail, luego de haber comido dulces y perros calientes ( vivo en Costa Rica ).

Que es lo mas simple, este acto de amor que no necesita explicación.

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