
Lluvia, lluvia, lluvia.
Si no hago algo, voy a morir de aburrimiento escondida detrás de la ventana, acurrucada frente a un televisor que transmite siempre lo mismo.
Lluvia y frío.
Mi infancia vuelve y me invita a jugar con las gotitas del vidrio.
Un sinnúmero de personajes desfila por la humedad opaca: valientes caballeros, hermosas damas, feroces monstruos.
Las pequeñas gotas se unen en un reclamo justo de ser reconocidas como vital elemento, y borran mis creaciones. No importa, las ignoro. Y miro el parque a través de ellas.
Acabo de descubrir que el aburrimiento es un fantasma que asusta, pero que no existe.
Categorías:El Susurro de las Gárgolas
Deja una respuesta